Poner fin a la violación como arma de guerra

"No exigimos mucho: solo queremos que nos nos violen ni nos maten" – Caddy Adzuba

Opinión, por Montse Rafel, directora de Dianova International

El 8 de Octubre, la ciudad de Castelldefels (región de Cataluña, España) organizó un encuentro en el marco de un ciclo de conferencias titulado "Ciudades, Constructoras de Paz." Trece municipios de Cataluña han impulsado este proyecto común con el fin de dar a conocer el trabajo realizado por diferentes personalidades en el campo de los derechos humanos y apoyar su acción positiva, a menudo llevado a cabo a costa de su seguridad personal.

El Ayuntamiento de Castelldefels ofreció una recepción oficial a la periodista congoleña Caddy Adzuba en la Sala Magna del Castillo de Castelldefels. Tras la proyección de un cortometraje de Esteban Crespo, candidato al Oscar 2014, los participantes iniciaron una mesa redonda sobre el tema de los niños soldados y la violencia contra las mujeres en los países africanos en situación de conflicto. La mesa redonda fue co-dirigida por Caddy Adzuba y Chema Caballero, ex misionero que llevó a cabo programas de educación y recuperación para niñas y niños soldados de Sierra Leona y actual responsable de la ONG 'Desarrollo y Educación Solidaria (DYES).

Como periodista, Caddy Azduba es sobre todo un testigo. Un testigo comprometido por la defensa de los derechos humanos y la construcción de la paz. Su compromiso pacífico y generoso en contra de la violencia contra las mujeres y la pobreza le valió de obtener el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 2014 y el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado en 2009.

Caddy nació en Bukavu, República Democrática del Congo (RDC) en 1981. Licenciada en Derecho por la Universidad Oficial de Bukavu y miembro fundador de la red "un Altavoz para el Silencio", Caddy Adzuba trabaja en la Radio Okapi, una emisora ??de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUC), que retransmite en todo el territorio de este inmenso país. Es también miembro de la Asociación de Mujeres de Medios de Comunicación del Estado de Congo. Gracias a su compromiso, se han realizado diferentes alegaciones a la Corte Penal Internacional y al Senado de Estados Unidos, denunciando la violencia sexual que sufren las mujeresen la República Democrática del Congo, un país devastado por la guerra desde 1996, y donde una media de  cuarenta mujeres son violadas cada día desde el inicio del conflicto.

Si la violencia sexual siempre ha sido considerado como un "efecto colateral" inevitable de los conflictos, el grado de horror alcanzado en algunos conflictos hace de la violación una verdadera "arma de guerra" – un arma hecha para romper familias, aterrorizar a la población, destruir comunidades. Caddy Adzuba dio un testimonio conmovedor pero nada victimista sobre la situación de las mujeres en Congo y las atrocidades cometidas contra ellas. Testimonio que casi nos hace perder la fe en el género humano…

Un compromiso internacional

Hay que destacar que el trabajo realizado por Caddy Adzuba y una miríada de ONG comprometidas, comenzó a dar sus frutos. Ya en 1995, la Plataforma de Acción de Beijing, firmada por un gran número de países, reconoció el papel de las mujeres en la resolución de conflictos. Luego, en 2000, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 1325, que subraya su preocupación al constatar que la población civil, en particular mujeres y niños, son las primeras víctimas de los conflictos armados, así como la falta de reconocimiento del papel activo que desempeñan las mujeres en la resolución de conflictos.

Desde la resolución 1325, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó seis nuevas resoluciones sobre mujeres, paz y seguridad (véase la lista más abajo), en particular la resolución 1820 (2008) que hace un claro vínculo entre la violencia sexual como táctica de guerra y los retos relacionados con el empoderamiento de las mujeres para poner fin a estos conflictos.

Estas resoluciones son pasos importantes ya que establecen un marco jurídico internacional para el compromiso con los derechos de las mujeres y contra la violencia a la que son víctimas. Demuestran ingualmente que hay una conciencia cada vez mayor en todo el mundo que en todo el mundo. Sin embargo, las ONG, actores de la sociedad civil, que están en el origen de estos avances, no deben bajar la guardia. Nosotros, ONG con estatus consultivo ante las Naciones Unidas, debemos exigir a los actores políticos que velen por el respeto de estas resoluciones. Debemos seguir trabajando para una sociedad que garantiza los derechos de los niños y de las mujeres, es decir, una sociedad más justa.