Mensaje del Secretario General en el Día Internacional de la lucha contra el uso indebido y el tráfico ilícito de drogas, el 26 de Junio de 2012. El uso indebido y el tráfico ilícito de drogas seguirán teniendo un impacto profundamente negativo sobre el desarrollo y la estabilidad en todo el mundo. Los miles de millones de dólares generados por las actividades ilícitas relacionadas con las drogas impulsan las actividades terroristas e instigan otros delitos, como la trata de personas y el contrabando de armas y personas.
Las drogas ilícitas y las redes delictivas relacionadas con ellas socavan el estado de derecho. Y la impunidad con la que llevan a cabo sus operaciones provoca un miedo cerval y siembra la desilusión respecto de todas las instancias de gobernanza.
América Central, por ejemplo, se enfrenta a niveles cada vez más elevados de violencia alimentada por la delincuencia organizada transnacional y el narcotráfico. La región registra ahora las tasas de homicidio más altas del mundo.
Las actividades de desarrollo del Afganistán se ven obstaculizadas por las mayores tasas de prevalencia de opiáceos del mundo. En algunas partes de Myanmar, los agricultores padecen inseguridad alimentaria, lo que les obliga a cultivar amapolas como un cultivo comercial.
Estos problemas son una prueba de fuego para el África occidental y central, por donde pasa una de las principales rutas de tráfico de drogas hacia Europa. Los países de la región son sumamente vulnerables pues sus instituciones jurídicas y financieras suelen ser deficientes.
Por otra parte, los países de tránsito ya no son simples eslabones de la cadena de suministro, ya que se han convertido en lugares de destino. Cerca de la mitad de la cocaína que se trafica a través del África occidental y central queda en la región. Estos cambios en los patrones de consumo de drogas ponen en peligro los adelantos logrados con tanto esfuerzo en favor del desarrollo sostenible y la buena gobernanza.
Las convenciones de las Naciones Unidas sobre drogas, delincuencia y corrupción constituyen una base sólida para adoptar soluciones globales a esos problemas. En conjunto, esos instrumentos ofrecen un enfoque equilibrado para detener el tráfico, promover alternativas viables para los agricultores de cultivos comerciales y permitir que los consumidores de drogas recuperen su salud y se salvaguarden sus derechos humanos.
Nuestros esfuerzos para promover el desarrollo y luchar contra las drogas y el delito tendrán más eficacia si se basan en alianzas con los jóvenes, la sociedad civil, los gobiernos y la comunidad internacional. Trabajando de consuno, podremos aliviar los sufrimientos de millones de personas y librar a los países, las comunidades y las familias del flagelo de las drogas y la delincuencia.