Salud mental: acabar con el estigma

Para las personas que viven con un trastorno de salud mental de cualquier tipo, el prejuicio y la discriminación pueden ser un obstáculo mayor para una vida plena y satisfactoria

Mental health

La autoestigmatización significa que las personas que sufren tienden a ocultar su problema, a avergonzarse de ello

Una de cada cinco personas sufrirá un problema de salud mental en su vida. El problema nos afecta a todos. Sin embargo, cuando hablamos de enfermedad mental, la discriminación y el estigma siguen estando en todas partes. ¿Pero el estigma, qué es exactamente? El estigma se define como un conjunto de prejuicios negativos e injustos. Asociado con la enfermedad mental, el estigma significa considerar a aquellos que sufren como personas perezosas, incompetentes e incluso peligrosas. Estas actitudes, a su vez, alimentan sentimientos de vergüenza, culpa e incompetencia en las personas, lo que sólo agrava sus síntomas y les impide buscar la ayuda que necesitan. La discriminación es el conjunto de injusticias, rechazos o marginaciones que resultan de la estigmatización.

La estigmatización es el hecho de ser percibido negativamente por los demás mientras que la discriminación es el hecho de ser tratado de manera diferente e injusta.

La enfermedad mental es una enfermedad invisible, estigmatizante e incluso autoestigmatizante. Imaginad: Una mañana horrible donde todo va mal, pero con muchos esfuerzos consigues al final ir a la oficina. Llega un colega amigo que no has visto en mucho tiempo. Obviamente, éste pregunta acerca de tu salud. Y tú, de forma casi automática, vas explicándole las agonías de la gripe, de la gastroenteritis o del lumbago, a veces describiéndole los caprichos de tu hijo más pequeño. Pero si hay algo que probablemente nunca digas, es esto: “Mira, apenas me estoy recuperando de un episodio depresivo profundo que me ha encerrado en casa durante un mes”. Decir esto a un amigo ya es difícil. Decirlo a un colega o un superior jerárquico es casi imposible.

La autoestigmatización significa que las personas que sufren tienden a ocultar su problema, a avergonzarse de ello, como si no estuvieran sufriendo una verdadera enfermedad. Sin embargo, no porque una lesión es invisible que no existe. No es porque uno no pueda designar el dolor que uno siente que no existe. La autoestigmatización puede conducir al aislamiento y a la deformación de la propia imagen. Puede incluso disuadir a la persona a buscar tratamiento, de tomar parte activa en la vida social, de tener o volver a retomar el trabajo.

“El estigma hacia la enfermedad mental es a veces más difícil de soportar que la propia enfermedad”

Recibir apoyo de familiares o amigos tampoco es evidente, ya que el prejuicio está generalizado. ¡Date una patada en el culo y verás que todo irá mejor! Tod@s aquellos que han experimentado depresión han oído esta frase por lo menos una vez, y a menudo desde personas bien intencionadas…

El lugar de trabajo también es una fábrica de prejuicios. La empresa está asociada con valores de éxito y excelencia que no son compatibles con los problemas de salud, cualesquiera que sean. Pero cuando se trata de una enfermedad mental, el estigma y la falta de comprensión son particularmente fuertes. Los comentarios hostiles, los supuestos y las insinuaciones desfavorables se oyen por todas partes en el lugar de trabajo, mientras que las repercusiones pueden ir hasta recibir una amonestación o incluso ser despedido.

Las condiciones de trabajo han cambiado considerablemente en los últimos años: las exigencias de flexibilidad, responsabilidad y movilidad se han vuelto mucho más importantes, los procesos de producción e información se han acelerado, el trabajo se ha vuelto más precario. Estos cambios requieren capacidades de adaptación y superación que ponen a los empleados bajo una presión psicológica creciente. El resultado es un aumento de los problemas de salud mental directamente relacionados con las dificultades encontradas en el lugar de trabajo: malestar, job strain (presión en el trabajo, sufrimiento mental, abuso de sustancias o riesgo de suicidio.

Mis amigos… No me llaman «el triste». No me llaman «el enfermo». No me llaman «el loco». No me llaman.

El aumento de los problemas de salud mental en el trabajo debe ser una señal de alerta para nuestra sociedad y para todos nosotros. Debemos comenzar de una vez por todas a tratar a las personas que sufren de enfermedad mental con respeto y dignidad. Las personas que sufren de cáncer o que han tenido que someterse a una operación grave tienen derecho a nuestra simpatía y comprensión. Los que sufren de esquizofrenia, depresión profunda, ataques de pánico, o cuya vida se rige por trastornos obsesivo-compulsivos, están expuestos a la indiferencia, la incomprensión o las burlas, sin hablar del riesgo de perder su trabajo o bien ver a su familia y amigos darles la espalda.

Ya es tiempo de que eso cambie.

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