¿Por qué es que en las remotas aldeas africanas uno puede fácilmente comprar una Coca-Cola o tarjetas de teléfonos móviles pero no puede tener acceso a medicamentos esenciales?
Aunque se han realizado esfuerzos significativos para mejorar el acceso a los medicamentos esenciales, esta anécdota ocurre en muchos países en vías de desarrollo. Es el caso de África subsahariana, en donde hasta el 50 por ciento de la población carece de acceso a estos productos esenciales de salud.
Una razón de la escasez de acceso a medicamentos esenciales incluye los escollos en cualquier etapa de la cadena de suministro, incluyendo la escasez de suministros al fabricante, mayorista o distribuidor; procesos de previsión y pedido ineficientes o incluso restricciones legales, políticas o financieras. También es cierto que la mayoría de las enfermedades que son comunes en las poblaciones de los países en desarrollo ya no lo son en los países desarrollados: como resultado, para las compañías farmacéuticas la producción de estos medicamentos, ya no es algo rentable y pueden disminuir, o incluso detener, la producción de estos fármacos.
Según la Organización Mundial de la Salud, son llamados medicamentos esenciales aquellos que satisfacen las necesidades prioritarias de salud en la mayoría de la población; deberían entonces estar disponibles en todo momento, en cantidades suficientes, en la presentación farmacéutica adecuada y a un precio que la comunidad puede pagar
Acceso a los medicamentos controlados
Lo mismo es cierto para las sustancias sometidas a fiscalización internacional; según la OMS, por ejemplo, unos 5,5 billones de personas en todo el mundo viven en países con un acceso limitado o inexistente a los medicamentos controlados y tienen un acceso insuficiente al tratamiento del dolor severo. Sólo en un reducido número de países ricos, los ciudadanos tienen la posibilidad de obtener un acceso adecuado al tratamiento del dolor. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) estima que más del 90 por ciento del consumo de medicamentos recetados para el dolor (opioides) se lleva a cabo en Europa occidental, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
En los países pobres y en desarrollo, el manejo del dolor sigue siendo muy pobre y se estima que más del 80% de la población mundial no es tratada adecuadamente en caso de dolor moderado a grave, a pesar de la capacidad de la ciencia para aliviar el dolor en gran parte.
La situación afecta a numerosas condiciones de salud: en muchos lugares en todo el mundo, el dolor no es tratado para las personas con cáncer y con enfermedades relacionadas con el SIDA, para las mujeres en el momento del parto, para las condiciones crónicas, para aquellos que han sido heridos en conflictos armados o que han sufrido accidentes, etc.
Las causas de la infrautilización
Entre las causas de la infrautilización de sustancias controladas, hay que señalar que las regulaciones se aplican con frecuencia de una manera inapropiadamente restrictiva, convirtiéndose así en impedimentos para el acceso del paciente a una atención adecuada. Además, existen impedimentos relacionados con las actitudes y conocimientos entre los políticos, los médicos, los pacientes y sus familias, debido a conceptos erróneos. En los países donde la analgesia es una práctica poco común, hasta los profesionales de la salud no son conscientes de que el uso de opioides está en conformidad con los estándares médicos actuales.
También hay barreras debido a factores económicos y problemas relativos a infraestructuras médicas insuficientes, recursos limitados para la compra de medicamentos y barreras en el sistema de suministro – sin embargo, aunque significativos, estos impedimentos no son exclusivos a los medicamentos controlados.
Mejorar el acceso a los medicamentos controlados
El preámbulo de la Convención Única de las Naciones Unidas sobre Estupefacientes implica no sólo que suministros de medicamentos controlados estén a disposición de los estados, sino también que los estados pongan estos medicamentos a disposición de sus poblaciones. Sin embargo, las políticas nacionales e internacionales sobre drogas están claramente desequilibradas hacia la prevención de la desviación de estas drogas, en vez de garantizar su acceso con fines médicos.
Por ejemplo, la mayoría de los gobiernos hacen hincapié en un enfoque de justicia penal para el control de drogas, en lugar de un enfoque basado en la salud pública y los derechos humanos, los profesionales de la salud trabajan en un clima de temor e inseguridad jurídica que les lleva a evitar la prescripción de medicamentos controlados para no ser acusados por falta de conducta profesional.
Esta situación es inaceptable. Junto con otras organizaciones no gubernamentales, esperamos que la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas (UNGASS 2016) será una oportunidad para revisar los tratados internacionales y llegar a una reforma del sistema internacional de fiscalización de drogas a fin de lograr un mejor equilibrio entre el doble objetivo de restricción del uso no médico de drogas y garantizar el acceso a los medicamentos esenciales, en particular los medicamentos a base de opioides para aliviar el dolor.
La Red Dianova defiende el acceso universal a los medicamentos esenciales y al alivio del dolor para todos los pacientes.
El sistema de control de drogas no permite un acceso equitativo a ciertos medicamentos como los analgésicos opiáceos, esenciales para el tratamiento del sufrimiento y de los dolores evitables. Dianova exige la eliminación de todos los obstáculos políticos que impiden a algunos estados con bajos y medios ingresos de asegurar las provisiones adecuadas, lo que es un derecho humano básico. Extracto del Posicionamiento organizacional de Dianova sobre Políticas de Drogas (2014)