Implementar políticas europeas realistas y humanas

Editorial, por Montse Rafel

Hoy, 18 de diciembre, se celebra el Día Internacional del Migrante. La fecha no fue elegida al azar por la ONU – el  18 de diciembre de 1990 la Asamblea General de la ONU adoptó una convención sobre "la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares". Por desgracia, esta convención sigue siendo completamente inaplicable debido al hecho que no ha sido ratificada ni por España, ni Italia, ni Francia, tampoco por ningún otro país de inmigración.

En 1974, los líderes europeos estimaban que los tiempos de grandes migraciones habían llegado a su fin. En un contexto de crisis, decidieron interrumpir el flujo de mano de obra manual y asalariada y cerraron las puertas de Europa con doble llave. Se equivocaron. La inmigración extra-europea no ha disminuido, pero ha adoptado nuevos caminos y nuevas caras. Los inmigrantes también han cambiado. Bajo el impacto de la globalización, de un mejor acceso a los pasaportes y una mayor movilidad, los candidatos a la inmigración pertenecen ahora a poblaciones muy diversas incluyendo graduados, diplomados, mujeres solas, menores no acompañados, etc., atraídos por el modelo europeo.

Por desgracia, para muchos el sueño se ha convertido en una pesadilla. De acuerdo con las cifras de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), publicado a finales de septiembre, 4077 migrantes han muerto en todo el mundo desde principios de 2014, de los cuales las tres cuartas partes en el mar Mediterráneo. Además, desde el año 2000, más de 22 000 personas han perdido la vida soló en el mar Mediterráneo. La mayoría de ellos murieron por ahogamiento, asfixia, inanición o frío. En su mayoría eran jóvenes. Venían de África o el Medio Oriente. Tenemos que poner fin a este escándalo.

Implementar políticas europeas humanas y realistas

El cierre de las fronteras de Europa participa al desarrollo de las redes mafiosas y del trabajo ilegal, cuyas peores formas son similares a una esclavitud moderna. Además, estas políticas que quieren hacer del continente europeo una ciudadela inexpugnable están fuera de sintonía con la realidad.

Por un lado, Europa necesita inmigrantes para hacer frente a una población que envejece y a la escasez de mano de obra en sectores económicos competitivos. Por otro, los políticos se enfrentan a la escalada de los extremismos y en satisfacer una opinión publica cada vez más reacia o incluso hostil a la inmigración. Por un lado, Europa hace alarde de los derechos humanos y de las políticas de asilo. Por otra, se niega a adoptar la Convención de las Naciones Unidas de 1990 para la protección de los migrantes… Mientras tanto, los políticos prefieren elegir el corto plazo y las soluciones tambaleantes: estatutos provisionales, largos plazos de regularización, estancias humanitarias, o incluso el estatuto de personas que no pueden estar ni regularizadas ni expulsadas.

Hacemos un llamamiento a los responsables políticos europeos para lanzar un gran debate para redefinir una ciudadanía e identidad europea que sea acorde con los nuevos retos de nuestra sociedad: la integración, la interculturalidad, la lucha contra el racismo y la discriminación y la definición de un secularismo moderno. Es un hecho: La inmigración ayuda a construir una Europa más fuerte, mientras que da forma a su identidad colectiva – es por eso que tenemos la responsabilidad de desarrollar políticas claras para un nuevo modo de convivencia.