El acceso a las vacunas, una cuestión de justicia social

Con motivo del Día Mundial de la Justicia Social, Dianova apoya el llamamiento al acceso equitativo a las vacunas contra el COVID, a nivel mundial

Justicia

Frente a la pandemia, lass respuestas basadas en los derechos humanos y que responden a ellos pueden lograr mejores resultados – foto: manifestación por el empleo, la justicia y el clima en Toronto (2015), Imagen: Shutterstock

Por el equipo editorial – En 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó una resolución para celebrar el Día Mundial de la Justicia Social el 20 de febrero. Cada año, este día es una oportunidad para que todos destaquen que la justicia social es esencial para el desarrollo, la paz y la seguridad.

¿Qué es exactamente la justicia social?

La justicia social es el principio de lo justo tal y como se manifiesta en la sociedad. Este principio implica la necesidad de una solidaridad colectiva entre las personas de una sociedad determinada. La justicia social depende también de cuatro principios esenciales, sin los cuales no puede existir: el respeto de los derechos humanos, la posibilidad de que toda la población tenga acceso a lo básico (vivienda, alimentación, educación, sanidad), la posibilidad de que todos y todas participen en las decisiones y puedan hacer oír su voz, y, por último, el principio de equidad.

Y lo que esto implica

En resumen, la justicia social consiste en ofrecer una igualdad de oportunidades para todos y todas.

No significa que vamos a lograr una sociedad perfecta en la que todos sean felices. Pero al menos dará a todo el mundo una buena oportunidad de vivir la vida que uno o una ha elegido, sin verse reprimido por barreras sistémicas o discriminación.

Cuestiones de justicia social

Dependiendo del país, algunas cuestiones de justicia social son más apremiantes que otras, pero la mayoría de las sociedades se enfrentan actualmente a problemas comparables: la discriminación según el origen étnico – a la hora de encontrar trabajo o vivienda, de acceder a la educación, a la atención sanitaria, etc.; los derechos de las personas LGBTQ+; pero también la igualdad de género y, hoy en día, la cuestión de la vacunación contra el COVID-19.

La cuestión de las vacunas

En la actualidad, los informativos de televisión nos ofrecen una recapitulación periódica de los resultados de los distintos países en materia de vacunación contra el COVID. Israel está a la cabeza, el Reino Unido está bien situado, Europa tiene problemas, etc. En cuanto a la solidaridad entre naciones, no se habla mucho de ella.

Ya en diciembre pasado, un grupo de organizaciones activistas dio la voz de alarma al anunciar que casi 70 países pobres sólo podrán vacunar a uno de cada diez habitantes este año.

 

Incluso dentro de los países ricos se produce una discriminación: en la ciudad de Nueva York, por ejemplo, los habitantes de los barrios más ricos están más vacunados que los demás, mientras que algunas zonas muy afectadas siguen estando rezagadas. El acceso equitativo a la vacunación también es motivo de preocupación en el viejo continente: el Consejo de Europa ha pedido recientemente a los Estados miembros que apliquen estrategias adaptadas a las necesidades de las personas desfavorecidas en cuanto al acceso a la atención sanitaria.

Vacunas Covid

Las empresas farmacéuticas deben compartir su tecnología y propiedad intelectual para garantizar para poner a disposición de todos vacunas seguras y eficaces – foto: Shutterstock

Entre la «diplomacia de las vacunas» y solidaridad internacional

Después de la carrera por las vacunas, el mundo ha pasado a la carrera por la vacunación, que en pocos meses se ha convertido en una cuestión geopolítica y en una herramienta diplomática de primer orden. Algunos países como India, China y los Emiratos Árabes Unidos lo han entendido y están ampliando su campo de influencia gracias a las donaciones de vacunas. Se podría decir que esto es un juego limpio y que Europa y Estados Unidos siempre han actuado así… Salvo que, tienen una ligera tendencia a olvidar las necesidades acuciantes de sus propias poblaciones.

Sin embargo, uno se atreve a esperar que no todo sean luchas de influencia. De hecho, han aparecido verdaderas iniciativas de solidaridad, como el mecanismo COVAX. COVAX, entre otras, implementadas por la OMS y GAVI, La Alianza para las Vacunas, tiene como objetivo coordinar los recursos internacionales para la implementación del acceso equitativo al diagnóstico, tratamiento y vacunas contra el COVID-19. La iniciativa ha recibido una financiación de 500 millones de euros de la Unión Europea.

Llamamiento a la acción para una vacuna para todos y todas

En un informe elaborado el pasado mes de abril, las Naciones Unidas recordaron que las respuestas a la pandemia basadas en los derechos humanos y que responden a ellos pueden lograr mejores resultados. Sobre todo, estas respuestas nos permiten centrarnos en quiénes son los que más sufren y por qué, y en lo que hay que hacer al respecto.

La equidad en la vacunación contra el COVID-19 es una necesidad mundial. Por eso nos unimos al llamamiento de varias organizaciones internacionales para que las empresas farmacéuticas que trabajan en las vacunas compartan su tecnología y propiedad intelectual para garantizar que se fabriquen miles de millones de dosis más y que se pongan a disposición de todos vacunas seguras y eficaces.

Por último, los gobiernos deben hacer todo lo posible para que esta vacuna se considere un bien público internacional, gratuito para la población y distribuido equitativamente según las necesidades.

Es un reto inmenso y una cuestión de justicia social.