Día Internacional del Migrante

Un mensaje del Embajador William Lacy Swing, Director General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)

migrant-couple18 de diciembre: Día Internacional del Migrante – El informe que encuentro sobre mi escritorio dos veces por semana contiene historias trágicas. Desglosa el número de migrantes que han perdido la vida. Migrantes que mueren ahogados, al hundirse las embarcaciones en las que los traficantes los hacinan, migrantes que perecen de extenuación al atravesar desiertos o, peor aún, migrantes que mueren cuando sus captores —en lugares como Libia— les quitan todas sus pertenencias, a ellos y sus familias, para después matarlos y enterrarlos en fosas comunes.

A veces mueren lejos de sus familias; otras veces, estas les acompañan, o están cerca rezagadas. Los 65 años de labor de la Organización Internacional para las Migraciones traen consigo un profundo conocimiento de los migrantes. Por ello, sabemos que muchos podrían haber evitado el destino fatal que les aguardaba en sus peligrosas travesías de haber podido contar con información acerca de los riesgos y de las oportunidades existentes para una vida mejor.

La pobreza extrema, el cambio climático y las economías quebrantadas y corruptas —que conllevan una grave desigualdad de renta, un elevado índice de desempleo juvenil y la falta de oportunidades— exponen a millones de hombres, mujeres y niños a enormes riesgos y los obligan a migrar. A ello se suman los ocho conflictos de gran escala vigentes en distintas partes del mundo, que generan desplazamientos tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales (…)

En lo que va del año, más de 7.000 personas han perdido la vida a lo largo de todas estas rutas. Y estas son solamente las víctimas que conocemos. Hay muchas muertes más que no son registradas por ningún gobierno oficial u organismo de ayuda humanitaria.

Debemos considerar atentamente este alarmante índice de muertes y la creciente frialdad con que reacciona el mundo. Esto que ocurre hoy se ha producido desde tiempos inmemoriales, y afecta a familias que no hicieron más que seguir caminos idénticos a los emprendidos por sus padres o abuelos hace décadas.

De nada sirve expresar tristeza ni horror, ni sentimientos de culpabilidad. Debemos reconocer que la migración es una megatendencia de nuestra época, y que por ello ya forma parte de la conciencia pública y ocupa un lugar primordial en las agendas gubernamentales.

A pesar de las apariencias y de la confusión mediática, la migración no tiene por qué ser caótica o asemejarse a una invasión. Tampoco es una enfermedad que amenaza con contaminar nuestra cultura.

iom-oimLa conmoción que observamos en la esfera política debe constituir una señal de alarma para prepararnos y no para aterrorizarnos. Debemos configurar el futuro en lugar de ignorarlo. Para ello es preciso aceptar el carácter inevitable de la migración, cambiar la percepción pública sobre los migrantes e integrar adecuadamente a los migrantes en nuestras sociedades.

Estamos viviendo una verdadera revolución demográfica y de nosotros depende gestionarla para el beneficio de todos. La mayoría de migrantes simplemente busca una oportunidad, e incluso agradecería una de carácter temporal —por ejemplo, un visado de estudiante o de trabajo agrícola de corto plazo— para así mejorar la vida de sus familias en sus países de origen.

Con el apoyo apropiado, quienes se quedan podrán contribuir a la sociedad en la que se establecen, desde una perspectiva económica o cultural. Es importante crear alianzas entre los migrantes, las comunidades de acogida y los gobiernos para fomentar los beneficios de su presencia en el país.

Con motivo de la conmemoración del Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre, reconozcamos que hay oportunidades suficientes para todos, y que lo único que tenemos que hacer es compartirlas.