¿Cómo afectará el Covid-19 al rol de las ONG?

Lidiya Grigoreva, de la Oficina del Director General de las Naciones Unidas en Ginebra, reflexiona sobre cómo podría ser el futuro de las ONG después de la pandemia

Persona con mascara

«El Secretario General de las Naciones Unidas reconoció que el papel de las ONG humanitarias es crucial en esta crisis, especialmente para tratar a los afectados y ayudar a proteger a los trabajadores de la salud» – Licencia: CC

Por Federica Bertacchini y Lucía Goberna – El Covid-19 ha causado grandes trastornos en todo el mundo. La actual pandemia ya está afectando a muchos aspectos de nuestra vida cotidiana y sin duda forzará reordenamientos en nuestra sociedad globalizada. Como muchos dicen, habrá un antes y un después de la crisis.

¿Cuál será el papel de la sociedad civil después de que esta pandemia termine? ¿Se verá afectada la forma en que abogamos por influir en el proceso de toma de decisiones? Surgen muchas preguntas y, como otras organizaciones, Dianova International se pregunta cómo lo que está sucediendo cambiará los paradigmas y marcos en los que operan las ONG.

En nuestra búsqueda de pistas, fuimos invitados a asistir a un interesante evento en línea, organizado por Greycells, organización de desarrollo sin fines de lucro con sede en Ginebra, fundada por funcionarios internacionales jubilados. Greycells se dedica a ayudar a las organizaciones internacionales, las ONG, las delegaciones no residentes y las misiones permanentes en su proceso de integración en el entorno de Ginebra, a prestar asistencia en proyectos de desarrollo y actividades de recaudación de fondos a escala mundial, y a estimular el diálogo intergeneracional sobre cuestiones de actualidad.

El 8 de abril, Greycells pidió a la Sra. Lidiya Grigoreva, Jefa de Unidad de Enlace con las ONG de la Oficina del Director General de la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra (ONUG), que hablara en el «Grey Talk» sobre «El papel y la influencia de las ONG en la toma de decisiones antes y después de la pandemia».

Este es un resumen de las reflexiones de la Sra. Grigoreva que se derivan de su experiencia de 20 años de enlace entre las ONG y el sistema de las Naciones Unidas. En sus propias palabras, así será el futuro para las organizaciones de la sociedad civil. Y tenemos la sensación de que debemos ya empezar a adaptarnos a este futuro.

En su discurso ante la Asamblea General, en enero de 2020, el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, destacó los cuatro principales desafíos para el progreso en el siglo XXI.

 

Si bien el cambio climático actúa como multiplicador de todas las amenazas, las desigualdades entre ricos y pobres y entre comunidades están aumentando, así como las desigualdades sociales sistemáticas, incluso en los países desarrollados. Las desigualdades socavan la cohesión social, lo que plantea un desafío al desarrollo humano, pone en peligro el cumplimiento de los derechos humanos y constituye una amenaza para la paz y la seguridad. Las nuevas tecnologías ofrecen oportunidades mundiales sin precedentes para transformar el desarrollo sostenible, pero plantean problemas sociales, éticos y jurídicos, difíciles de resolver y que nos afectan a todos.

Es de esperar que la situación creada por el COVID-19 no haga más que exacerbar estos desafíos y repercutir en la labor de las ONG.

El apreciado papel de las ONG

A lo largo de los años y de forma colectiva, las ONG han hecho una importante contribución a la humanidad. Por ejemplo, y sólo en relación con las Naciones Unidas, se organizaron y abogaron para que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobara nuevas resoluciones y tratados. Impulsaron la creación de nuevas unidades dentro de las instituciones de las Naciones Unidas (como la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos). También contribuyeron al desarrollo y establecimiento de la Corte Penal Internacional, y señalaron cuestiones a la atención de las Naciones Unidas, lo que los gobiernos no habían hecho. Además, son los que prestan constantemente asistencia humanitaria y promueven la realización de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El Secretario General de las Naciones Unidas está convencido de que la sociedad civil y las organizaciones de terreno tienen un papel fundamental que desempeñar en la lucha contra el Covid-19 a nivel local, como lo destacó en el informe recientemente publicado sobre las repercusiones socioeconómicas del Covid. Las ONG aportan oportunidades económicas y de subsistencia, y pueden adaptar sus respuestas al contexto comunitario. En algunos lugares, son el único punto de referencia sobre la pandemia para las personas y las familias. Las ONG han sido las primeras en reestructurarse y en impulsar nuevas iniciativas que respalden los sistemas médicos estatales en todo el mundo, creando fondos nacionales de emergencia, asociándose entre sí para canalizar las donaciones, prestando asistencia en los hogares de ancianos y otras instalaciones mediante su apoyo técnico y sus equipos médicos.

El Secretario General de las Naciones Unidas también reconoció que el papel de las ONG humanitarias es crucial en esta crisis, especialmente para tratar a los afectados y ayudar a proteger a los trabajadores de la salud. Es por eso que las ONG jugarán un papel directo en el Plan (y Fondo) de Respuesta Humanitaria Global de 2 mil millones de dólares anunciado el 25 de marzo.

Las crecientes limitaciones para las ONG

La labor de las ONG nunca ha sido fácil, sin embargo, el espacio cívico de la sociedad civil se ha ido reduciendo desde el 11 de septiembre incluso en las democracias bien establecidas. El aumento de las restricciones ha obstaculizado las actividades de la sociedad civil en todos los ámbitos y su espacio de acción se ha reducido considerablemente. Las organizaciones de derechos humanos y los grupos a favor de la democracia fueron los primeros en verse afectados, y en los últimos diez años el problema se ha extendido a una gama más amplia de organizaciones.

 

Además, hemos visto el aumento de las GONGOs (Government-organized NGOs), es decir, las ONG creadas y operadas por un gobierno para promover sus propios intereses. Las voces y los grupos críticos se han visto marginados por las restricciones a la libertad de expresión, lo que ha limitado su capacidad para influir en las políticas y llegar al nivel de toma de decisiones; además los trabajadores de las ONG han sido objeto de intimidación y, a menudo, de acoso.

La crisis del Coronavirus puede empeorar este escenario con la posibilidad de que estas tendencias coercitivas aumenten incluso después de la pandemia. Dada la amenaza para la salud mundial, muchos países han introducido medidas destinadas a contener la propagación del virus. Algunas de estas medidas sin precedentes se han adoptado apresuradamente, sin los procesos democráticos habituales. Se están prohibiendo las reuniones públicas; se ordena a las personas que permanezcan en sus casas; se está restringiendo la libertad de circulación entre las fronteras nacionales y dentro de ellas; se están utilizando medidas de vigilancia para controlar los movimientos de las personas; el acceso a la atención de la salud se limita a las emergencias. Se sanciona el incumplimiento y las autoridades ejercen poderes excepcionales.

Si bien su necesidad es comprensible, esas restricciones afectan al disfrute de los derechos humanos[1], así como a las condiciones de trabajo de las ONG y la sociedad civil. Si bien se prevé que esas medidas tengan una duración determinada, existe el riesgo de que algunas de ellas se mantengan o se reactiven posteriormente, poniendo así en peligro las democracias más frágiles.

Aspectos clave para el futuro de las ONG

Según la Sra. Grigoreva, las instituciones gubernamentales y las Naciones Unidas deberían, después de la pandemia, prestar más atención a cuatro elementos que son importantes para el desarrollo de la sociedad civil:

  • El entorno normativo y los cambios en las legislaciones que afectan al trabajo de las organizaciones de la sociedad civil;
  • El derecho a la participación, y las dificultades para acceder a los responsables de la toma de decisiones y hacer aportaciones a las leyes y a los procesos de elaboración de políticas;
  • El acoso continuo de los defensores de los derechos humanos, incluido el discurso negativo que estigmatiza a las ONG;
  • Y la financiación.

Esta última es la cuestión más importante de todas, ya que probablemente se hará más difícil acceder a recursos financieros sostenibles y garantizarlos, especialmente para actividades a largo plazo. Se prevé que la crisis económica posterior a la crisis actual limitará la capacidad y la disponibilidad de los donantes, lo que hará más difícil que las ONG puedan contar con sus contribuciones. Las ONG tendrán que replantearse su modelo comercial, diversificar sus ingresos y crear nuevas alianzas con otras ONG, en lugar de centrarse en competir por la financiación pública.

 

El multilateralismo ya estaba pasando por una transición antes de que el virus comenzara a propagarse. El antiguo modelo centrado en el Estado estaba dando paso lentamente a un nuevo modelo inclusivo y de colaboración, con más actores que se sumaban al debate. Dado que han demostrado su pertinencia en la lucha contra las emergencias sanitarias en los países en desarrollo y en la vanguardia de los esfuerzos de solidaridad en las economías sólidas, su papel podría ser más importante que antes.

Los grupos vulnerables necesitarán un apoyo cada vez mayor durante la recesión que seguirá a las actuales restricciones, y la consiguiente pérdida de empleos y medios de vida. Se encomendará a las ONG la tarea de velar para que las necesidades de esas personas se tengan en cuenta en las políticas posteriores a la pandemia, por ejemplo, en relación con las cuestiones sanitarias y sociales. Las ONG serán las más indicadas para ayudar a las autoridades a llegar a las poblaciones más vulnerables, porque han podido establecer estrechos contactos con estas, ganando su confianza antes de la crisis. Las ONG también desempeñarán un papel en la vigilancia de la aplicación de las medidas de emergencia en relación con el seguimiento tanto de la vigilancia como de la utilización de los datos. Su participación a nivel de las Naciones Unidas aumentará sin duda alguna.

Como el futuro después del Covid-19 parece incierto y volátil, Dianova International enfatiza en que el trabajo de las ONG y la sociedad civil será primordial para las poblaciones más vulnerables de la sociedad. Pero también puede proporcionar un motor para la innovación y para un compromiso de nivel más alto. Ninguna ONG debería perder esta oportunidad. Muchas gracias a la Sra. Grigoreva por sus ideas útiles y muchas gracias a nuestros amigos de Greycells por proporcionarnos estos temas de reflexión tan interesantes.

Echa un vistazo a más charlas de Grey Talks, aquí.

[1] El 9 de abril de 2020, la Alta Comisionada de Derechos Humanos habló sobre el impacto del Covid-19 en los derechos humanos.