Opiáceos, una tragedia americana

Consumo, intoxicaciones y muertes relacionadas con opiáceos en Estados Unidos y Canadá anticiparían posibles riesgos para América Latina

Crisis de opiáceos

América Latina, sin padecer aún la grave situación por la que atraviesan Estados Unidos y Canadá, no está exenta de riesgos – Imagen: Shutterstock, licencia CC

Por María Victoria Espada – En los últimos años, el uso y abuso de opiáceos, incluidos los analgésicos recetados, la heroína y los opioides sintéticos como el fentanilo, se han incrementado significativamente en todo el mundo. La “crisis de los opiáceos” ha disparado las muertes por sobredosis, impactando negativamente en la salud pública y el bienestar económico de los países. América Latina, sin padecer aún la grave situación por la que atraviesan Estados Unidos y Canadá, no está exenta de riesgos.

Sobredosis: más muertes que por accidentes de tráfico, armas de fuego y VIH

Según señala el periódico The New York Times, casi 72.000 estadounidenses murieron por sobredosis de drogas en 2019 y parece que 2020 será aún peor, con un aumento del 13% ya registrado en lo que va del año respecto al anterior.

Las muertes por sobredosis de drogas siguen siendo más altas en Estados Unidos que el máximo total anual de muertes registrado por accidentes automovilísticos, armas de fuego o SIDA, y su aceleración en los últimos años ha reducido la esperanza de vida promedio de sus ciudadanos.

 

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) estiman que en Estados Unidos la carga económica total derivada del abuso de opiáceos recetados solamente es de 78 mil millones de dólares americanos por año.

Esto incluye los costos de atención médica, la pérdida de productividad, el tratamiento de la adicción y los costos de intervención de la justicia penal. Si bien en algunas regiones se han visto ciertas mejoras, las muertes asociadas con las sobredosis de heroína han ido en aumento desde 2007, según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA, por sus siglas en inglés).

Aumento del uso de Fentanilo, una droga 50 veces más potente que la heroína

La crisis de los opiáceos también se ha dejado sentir en la vecina Canadá. Según datos del Centro Canadiense sobre Adicciones y Uso de Sustancias (CCSA, por sus siglas en inglés), los opiáceos causaron 5.000 muertes en 2017. La carga económica total supuso, aproximadamente, 6 mil millones de dólares canadienses, de los que un 72% fue a pérdidas de productividad y mayores costos de atención médica.

 

Así, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), la mayor presencia de fentanilo y otros análogos extremadamente potentes en América del Norte viene impulsada por un complejo conjunto de factores. Esos factores incluyen: altas tasas en el uso no médico de opiáceos, el aumento de la fabricación ilícita de la sustancia con métodos de síntesis más simples y eficaces, y la adulteración de suministros ilícitos de opiáceos naturales o semisintéticos con fentanilos, sustancias más baratas a producir.

Además, indicios recientes recogidos por la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos apuntan a que los ensayos para fabricar fentanilos dentro de la región, especialmente en México, han aumentado, reduciendo el tráfico de fentanilos proveniente de China.

Prevenir la epidemia de opiáceos en América Latina

Algunos de estos datos forman parte del panorama regional presentado en el seminario en línea Opiáceos en las Américas: cómo identificar y responder a las epidemias emergentes« el 22 de julio pasado al que Dianova International asistió. El seminario fue organizado por el Observatorio Interamericano de Drogas (OID), perteneciente a la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD) de la Organización de Estados Americanos (OEA) con el objetivo de compartir información actualizada y orientaciones técnicas para prevenir o responder anticipadamente a una epidemia de opiáceos en la región latinoamericana.

Del panorama también se desprende que los factores desencadenantes de “la crisis de los opiáceos” son múltiples. Tanto en Canadá como en Estados Unidos, la prescripción frecuente de opiáceos y en altas cantidades para el alivio del dolor es recurrente, igual que el desconocimiento o dificultad de acceso a tratamientos alternativos.

En algunos casos, la falta de acceso a los opiáceos recetados conduce a su uso ilícito, mientras que el uso de opiáceos recetados por personas a quienes no se les recetan, como amigos y familiares, también es frecuente. Otros determinantes sociales que explican el uso y abuso de opiáceos son el trauma, la pobreza, la falta de vivienda segura y, también, la inestabilidad en el trabajo.

Una situación agravada por el Covid

La situación anterior se ha agravado en ambos países por los efectos de la pandemia de Covid-19. Además de la reducción de los servicios directos disponibles, los usuarios de drogas han experimentado mayores dificultades para acceder o pagar su suministro regular.

Igualmente, se ha detectado un mayor uso de drogas más tóxicas junto con una menor tolerancia debido a la abstinencia involuntaria, lo que ha tenido consecuencias devastadoras en términos de salud. El aislamiento social forzoso también ha provocado un incremento de las muertes por sobredosis, sobre todo en viviendas de uso individual.

En América Latina, la prevalencia de los opiáceos, tanto en términos generales como comparativos con otras drogas, es todavía baja y su consumo solo se ha observado en grupos específicos de población en algunos países. Así lo evidencia un estudio realizado en 2019 en Argentina, México, Perú, República Dominicana y Uruguay por el Observatorio Interamericano sobre Drogas (OID)/CICAD.

Más dependencias en las mujeres

Discriminando por género, los resultados del estudio arrojan que el consumo de opiáceos es mayor en hombres que en mujeres en términos absolutos. Sin embargo, las mujeres desarrollan una mayor dependencia después de ser tratadas con medicamentos opiáceos.

Los resultados también demuestran que el consumo es más frecuente en mujeres cuyas parejas también presentan trastornos por consumo de opiáceos y se considera un factor de riesgo importante. A pesar de esta situación, la oferta de tratamiento para las mujeres es significativamente menor que para los hombres y, en la mayoría de los casos estudiados, no se tienen en cuenta aspectos importantes como el cuidado de los hijos a la hora de diseñar el tratamiento.

Los pacientes entrevistados, tanto mujeres como hombres, valoran mejor el tratamiento en programas de tipo residencial y de medicación asistida con algún antagonista opioide.

 

Por otro lado, la disponibilidad también facilita el consumo sin indicación médica, como se ha detectado entre los trabajadores del sector de salud en Argentina y Uruguay, sobre todo en forma inyectada.

La necesidad también puede generar mercado, como se evidencia en los consumidores de opiáceos en República Dominicana, que se iniciaron con el consumo de heroína en Estados Unidos o Europa. Finalmente, una eventual bajada en el precio podría revertir las limitaciones derivadas de las dificultades de acceso, como se concluye en el caso de Perú.