Dianova participó en una reunión de profesionales de adicciones dedicada a abordar los principales retos en este ámbito
El pasado 8 y 9 de noviembre se celebró en Kutná Hora (República Checa) la jornada anual de adicciones que reúne a profesionales de todo el país. Este año, la temática se ha centrado en el impacto de la incertidumbre y los fenómenos sociales actuales en las adicciones.
El programa contó con diversas personalidades del sector y reunió a representantes del gobierno, así como responsables de políticas públicas y entidades de la sociedad civil. La primera jornada se inició con la intervención de Jindřich Vobořil, coordinador nacional de políticas de drogas de República Checa, quien hizo una magnífica presentación sobre cómo las políticas vigentes y la legislación afectan directamente a las intervenciones que pueden realizarse en los tratamientos.
Por otra parte, se abordó la cuestión de cómo los tiempos inciertos afectan particularmente a ciertos grupos vulnerabilizados. La Dra. Gisela Hansen, de Dianova, realizó una presentación titulada “Tiempos inciertos e impactos en grupos vulnerables: Una mirada desde la perspectiva interseccional”.
Interseccionalidad, vulnerabilidad e incertidumbre en adicciones
El concepto de “vulnerabilidad” se utiliza en la ética de la investigación para describir a las personas identificadas como vulnerables, quienes pueden necesitar cuidados adicionales además de las protecciones por parte de las instituciones. A pesar de estas medidas, persiste la preocupación de que identificar grupos o individuos como vulnerables pueda desencadenar paternalismo y estereotipos, y que proteger a los grupos vulnerables pueda hacer más daño que bien, atribuyendo una “naturaleza de lo vulnerable” a ciertos grupos e individuos y, en cierta manera, desplazando la responsabilidad de la situación a las propias personas afectadas.
Entonces, ¿por qué la incertidumbre impacta especialmente en los grupos vulnerables?
Vivimos en un mundo cambiante y actualmente con amenazas a los derechos humanos que no pueden aceptarse; no podemos seguir siendo espectadores pasivos de la desigualdad y la injusticia, normalizándola en nuestras vidas. Cuando el mundo se estremece, los primeros en notar los temblores son las personas con menos recursos, aquellas que ya luchan por sobrevivir día a día por cualquier motivo, por eso en tiempos de incertidumbre las poblaciones vulnerables son las primeras que quedan atrás o fuera del sistema, en este caso, del sistema de acceso a los servicios de tratamientos de adicciones o reducción de daños.
¿Por qué son vulnerables algunos grupos o personas?
Como se explica anteriormente, es imprescindible poner la mirada en un sistema global que oprime o resta oportunidades a diversos grupos respecto a otros para entender que es un problema mundial. El modelo de estrés minoritario nos da la clave para entender esta cuestión. Este modelo, postula que los factores estresantes de identidad, el saberse en los márgenes por orientación sexual, racial, diversidad funcional, etc. tienen efectos nocivos en el estrés y la discriminación que se sufre a lo largo de la vida, y esto se traduce directamente en una afectación en las áreas sociales y de salud.
Específicamente en el uso de sustancias, las experiencias de discriminación de las minorías están relacionadas con tasas más altas de trastornos por uso de sustancias según los criterios del DSM-V. Teniendo en cuenta el enfoque de la teoría en los factores estresantes de la identidad, ser miembro de múltiples grupos desfavorecidos (p. ej., minorías de género, raciales y sexuales) podría implicar resultados de salud mental más negativos debido a la marginación y el estrés relacionados con las identidades minoritarias. Esto podría entenderse como un enfoque aditivo en el que la adicción de múltiples factores estresantes de identidad minoritarios tendría resultados negativos para la salud, y además toda esta discriminación y estigmas interactúan entre ellos.
¿Cómo se relaciona esto con las políticas y programas de tratamiento de drogas?
Las políticas sobre drogas, así como los programas de tratamiento, están diseñadas para dar una respuesta eficaz sólo a una parte de la población, no dando una respuesta adaptada a la realidad diversa en la que vivimos. El diseño androcéntrico, capacitista y adultocéntrico, entre otras características, no suele considerar la gran variedad de realidades existentes, y por tanto genera barreras de acceso y permanencia que vulneran los derechos fundamentales de acceso a tratamientos adecuados.
La interseccionalidad: Una mirada imprescindible
El concepto de interseccionalidad describe las formas en que los sistemas de desigualdad basados en género, raza, etnia, orientación sexual, identidad de género, discapacidad, clase y otras formas de discriminación se “cruzan” para crear dinámicas y efectos únicos.
Este concepto fue acuñado por primera vez por la profesora Kimberlé Crenshaw en 1989, la interseccionalidad se añadió al Diccionario Oxford en 2015 y su importancia se reconoce cada vez más en el mundo de los derechos de las mujeres.
Todos tenemos múltiples identidades sociales simultáneamente y la interseccionalidad examina cómo múltiples identidades oprimidas interactúan para crear sistemas de desventaja superpuestos y compuestos hacia tantas cosas diferentes en la vida.
En pocas palabras, la interseccionalidad es el concepto de que toda opresión está vinculada. Más explícitamente, el Diccionario Oxford define la interseccionalidad como “la naturaleza interconectada de categorizaciones sociales como raza, clase y género, que se considera que crean sistemas superpuestos e interdependientes de discriminación o desventaja”.
La interseccionalidad es el reconocimiento de que cada uno tiene sus propias experiencias únicas de discriminación, estigma y opresión, y debemos considerar todo lo que puede marginar a las personas.
Mujeres, colectivo LGBTI+ e infancia: queda mucho por hacer
Según las Naciones Unidas, una de cada tres personas que consumen drogas es una mujer, sin embargo, las mujeres representan sólo una de cada cinco personas que reciben tratamiento por trastornos relacionados con el consumo de sustancias. Las mujeres que consumen drogas se enfrentan a múltiples vulnerabilidades, así como a barreras estructurales, sociales y culturales para acceder a los servicios de ayuda, como Dianova ha puesto de relieve en repetidas ocasiones.
- Las barreras de género en el tratamiento de adicciones – infografía
- Las adicciones en las mujeres
- El acceso al alcance de todas – campaña de Dianova
Las personas LGBTI+ también se encuentran en situación de alta vulnerabilidad. En muchos países, vivir su propia vida de persona homosexual o transgénero es exponerse a múltiples peligros, con discriminaciones y violencias que pueden presentarse de muchas formas. En la actualidad, unos 64 países siguen criminalizando a las personas LGBTI+.
Diversos estudios actuales han encontrado múltiples barreras en los servicios de tratamiento de drogas que explican las bajas tasas de acceso y adherencia del colectivo LGBTI+ en los servicios de adicciones.
Algunas de las barreras son la falta de seguridad en dichos programas, la falta de conocimiento de necesidades específicas. Estigma y discriminación por parte de la sociedad, pero sobre todo del personal clínico. La falta de protocolos para prevenir y abordar casos de LGBTfobia en los servicios de tratamiento de drogas, así como la tergiversación o minimización de qué actitudes y comportamientos son violencia hacia las personas del colectivo son, entre otras múltiples cuestiones, barreras palpables que se deben derribar.
Por último, hay que destacar que la perspectiva de derechos de infancia en el ámbito de las adicciones, aunque es un tema en auge y que cobra relevancia en la agenda política y social, queda un largo camino por recorrer.
Los niños y niñas cuyos padres consumen drogas se encuentran en la intersección de dos ejes: los derechos de la infancia y la política de drogas; cada eje es un contenedor de numerosos y cambiantes enfoques, leyes, regulaciones e intervenciones políticas que deberían ir de la mano a los derechos humanos, pero este no es siempre el caso.
Tienen derecho a una familia sana al igual que todo padre o madre a recibir apoyo para criar a sus hijos e hijas para que prosperen. Los hijos e hijas y otros miembros de la familia de una persona que consume drogas de manera problemática pueden experimentar una variedad de daños sociales, económicos y de salud.
La experiencia de los hijos e hijas de personas que consumen drogas se ha denominado “daño oculto”, término que se refiere a dos características clave de la experiencia: la infancia puede sufrir daños de varias maneras debido a una crianza comprometida; y a menudo no son conocidos ni apoyados por los servicios pertinentes.
Desde el ámbito de la intervención en adicciones surge la combinación de dos cuestiones siempre fáciles de gestionar para los profesionales: por un lado, la protección de la infancia de forma eficaz y ágil y por otro, el acompañamiento a los padres que padecen adicción, respetando su tiempo y autonomía. Este complicado equilibrio es, sin duda, el tema central de este tema.
- Adicciones: ¡los derechos de los niños también cuentan!
- Proteger la infancia afectada por el consumo de sustancias – infografía
En el ámbito del tratamiento de las adicciones, los programas están claramente diseñados teniendo como punto de referencia básico las necesidades de los adultos. Esto representa una clara visión centrada en el adulto, en el diseño, así como una falta de una perspectiva de género que permita atender las diferentes necesidades de niños y niñas.
Ampliar la mirada: Una oportunidad para repensar programas y servicios derribando barreras
Mirar la realidad desde una óptica interseccional, permite identificar los grupos que ahora mismo quedan fuera del alcance de los servicios. También ayuda a detectar barreras y poder generar líneas estratégicas para disminuirlas. Implementar esta mirada hace que veamos que las mujeres, las personas LGBTI+, niños y niñas, personas mayores con adicciones y otras múltiples cuestiones cruzadas tienen un impacto en la salud y en el acceso a la ayuda. Trabajar para generar programas más inclusivos contribuye a la justicia social, responde a cuestiones fundamentales de ética, así como de garantía de derechos.
Queremos agradecer a Magdalena O.P.S entidad organizadora del evento junto al Gobierno de Bohemia Central por invitarnos y generar estos espacios con conversaciones tan necesarias.