Informe mundial sobre las drogas 2020

Un breve resumen de los seis fascículos del Informe Mundial sobre las Drogas 2020 de las Naciones Unidas: principales conclusiones y consecuencias para las políticas

Informe mundial sobre las drogas 2020

Presentado en seis fascículos separados, el Informe Mundial sobre las Drogas 2020 ofrece una gran cantidad de información y análisis para apoyar a la comunidad internacional en la aplicación de las recomendaciones operacionales sobre una serie de compromisos asumidos por los Estados Miembros

Puntos destacados

 

Extracto de la introducción de Ghada Waly, Director Ejecutivo de la ONUDD

  • 269 millones de personas consumieron drogas en 2018, un 30% más que en 2009
  • 35,6 millones de personas sufren trastornos por consumo de drogas a nivel mundial
  • Solo una de cada ocho personas que necesitan tratamiento de adicciones lo reciben
  • Mientras que 1 de cada tres consumidores de drogas es una mujer, sólo 1 de cada 5 personas en tratamiento es una mujer
  • Las incautaciones de anfetaminas se cuadruplicaron entre 2009 y 2018
  • Más del 80% de la población mundial no tiene acceso a medicamentos controlados para el alivio del dolor y otros usos médicos esenciales

Impacto del Covid-19

 

Las medidas aplicadas para impedir la propagación del Covid-19 han afectado a todos los aspectos de los mercados de drogas ilícitas, desde la producción y el tráfico hasta el consumo.

Por ejemplo, se ha informado de la escasez de drogas y podría tener consecuencias negativas para la salud de las personas con trastornos de consumo de drogas

La escasez de la oferta de drogas puede acompañarse de una disminución general del consumo (por ejemplo, de drogas principalmente consumidas en entornos recreativos como bares y clubes), pero también puede, especialmente en el caso de la heroína, dar lugar al consumo de sustancias aún más nocivas, así como a modelos de consumo más perjudiciales por parte de personas con trastornos de consumo de drogas.

 

En lo que respecta a los mercados de drogas, se desconoce cuál ha sido el impacto de la pandemia y es difícil predecirlo, pero podría ser de gran alcance. A la larga, la recesión económica y las medidas de confinamiento podrían perturbar los mercados de drogas. Con el aumento del desempleo y la falta de oportunidades será más probable que las personas pobres y desfavorecidas caigan en hábitos nocivos de consumo de drogas, sufran trastornos por consumo de drogas y recurran a actividades ilegales –bien de producción, bien de transporte– vinculadas a las drogas.

Asimismo, es probable que los traficantes de drogas se aprovechen de la situación para  engrosar sus filas con nuevos consumidores. Dado que los Gobiernos han perdido capacidad de respuesta, esos cambios podrían arraigar rápidamente y convertirse en la nueva realidad de muchas comunidades.

Crecimiento del mercado

 

El consumo de drogas ha ido en aumento en todo el mundo, tanto desde el punto de vista de las cifras generales como de la proporción de la población mundial que consume drogas. En 2009, la cifra estimada de 210 millones de consumidores representaba el 4,8 % de la población mundial de 15 a 64 años, frente a 269 millones en 2018, o el 5,3 % de la población.

El mercado mundial de drogas está en expansion y más complejo

El mercado mundial de drogas está en expansion y más complejo – Fuente: Informe mundial sobre las drogas 2020 (adaptación libre)

En las dos últimas décadas, el consumo de drogas ha aumentado con mucha más rapidez en los países en desarrollo que en los países desarrollados, lo que obedece en parte a las diferencias en el crecimiento demográfico general en ese mismo período (el 7% en los países desarrollados y el 28% en los países en desarrollo), pero también al crecimiento más rápido de la población joven en los países en desarrollo. Los adolescentes y los adultos jóvenes representan la mayor proporción de las personas que consumen drogas. Ese grupo de edad aumentó en un 16% en los países en desarrollo en el período 2000-2018, mientras que en los países desarrollados se redujo en un 10%.

El aumento de la riqueza está vinculado al del consumo de drogas, pero la carga de los trastornos afecta en mayor medida a las personas más pobres

En todo el mundo, el consumo de drogas está más extendido en los países desarrollados que en los países en desarrollo. El vínculo con las regiones más ricas del mundo es aún más patente en el caso de algunas drogas como la cocaína.

Asimismo, dentro de los propios países, la prevalencia del consumo de drogas es mayor en los sectores con mayor poder adquisitivo de la sociedad. No obstante, la transición del consumo a los trastornos por consumo de drogas es más prevalente en las personas de menor nivel socioeconómico. Los datos de varios países apuntan a la existencia de un vínculo entre los hábitos nocivos de consumo de drogas, los trastornos y los bajos ingresos. Esos hábitos parecerían ser menos comunes en los sectores más ricos de la sociedad.

Aumento de la complejidad

 

Los mercados de drogas son cada vez más complejos. A las sustancias de origen vegetal, como el cannabis, la cocaína y la heroína, se han sumado cientos de drogas de síntesis, muchas de las cuales no están sujetas a fiscalización internacional. También se ha registrado un rápido aumento del consumo de fármacos con fines no médicos.

 

Todos los años se encuentran aproximadamente 500 nuevas sustancias psicoactivas en los mercados nacionales de los Estados Miembros. En la actualidad, la mayoría de esas sustancias pertenece al grupo de los estimulantes, seguidos de los agonistas sintéticos de los receptores de cannabinoides y de un menor número de opioides. No obstante, si bien el número total de NSP se ha estabilizado, las proporciones han cambiado: en 2014, las NSP opioides suponían tan solo el 2% del total de NSP identificadas, pero en 2018 esa proporción había aumentado al 9%

Las NSP opioides, muchas de las cuales son análogos del fentanilo, han demostrado ser muy potentes y nocivas y han provocado muertes por sobredosis en América del Norte y, en menor medida, en otras regiones.

El consumo de nuevas sustancias psicoactivas puede arraigar en algunos grupos de población vulnerables

Las NSP individuales raramente llegan a generar una demanda importante. No obstante, hay indicios de que en Europa los cannabinoides sintéticos se están convirtiendo en un problema grave en algunos sectores marginados de la sociedad, como las personas sin hogar y la población reclusa.

Cambios en las políticas y en las tendencias

 

En Canadá, Uruguay y 11 jurisdicciones de los Estados Unidos se permiten la fabricación de productos del cannabis para fines no médicos.

 

En la mayoría de esas jurisdicciones, el consumo de cannabis ha aumentado desde su legalización, aunque también se ha observado esa misma tendencia en otras jurisdicciones donde el consumo de cannabis con fines no médicos no es legal.

La legalización podría estar detrás de la caída mundial de las incautaciones de hierba de cannabis

En 2018, las incautaciones mundiales de hierba de cannabis disminuyeron hasta alcanzar el nivel más bajo en las dos últimas décadas, caída impulsada por la disminución de las incautaciones en América del Norte, un 84 % en los últimos 10 años. En cambio, en el resto del mundo casi se duplicaron durante ese mismo período. El patrón de las incautaciones lleva a pensar que las políticas de liberalización de los mercados de cannabis han desempeñado un papel fundamental en esa disminución.

Los más desfavorecidos sufren los daños de los mercados de drogas legales e ilegales

 

Los medicamentos para el alivio del dolor están distribuidos de manera desigual entre las regiones. En 2018, más del 90 % de todos los fármacos opioides disponibles para uso médico se encontraban en los países de ingresos altos.

 

Alrededor del 50% en América del Norte, el 40% en Europa y el 2% en Oceanía. En esos países vive aproximadamente el 12% de la población mundial. Se estima que los países de ingresos bajos y medianos, donde vive el 88% de la población mundial, consumen menos del 10% de los fármacos opioides.

Las personas más pobres afrontan un mayor riesgo de sufrir trastornos por consumo de drogas

En 2018, unos 35,6 millones de personas padecían trastornos por consumo de drogas. La pobreza, la educación limitada y la marginación social pueden aumentar el riesgo de trastornos por consumo de drogas y agravar sus consecuencias. Esto se confirma en estudios realizados en países de altos ingresos, donde la trayectoria socioeconómica adversa de una persona, no sólo su situación en un momento dado, también se vincula al riesgo de trastornos por consumo de drogas.

 

En el caso de las personas con trastornos por consumo de drogas, la disponibilidad y el acceso a los servicios de tratamiento sigue siendo limitada a nivel mundial: sólo uno de cada ocho recibe tratamiento cada año. Y, mientras que uno de cada tres consumidores de drogas es una mujer, las mujeres siguen representando sólo una de cada cinco personas en tratamiento por trastornos de consumo de drogas.

Tendencias más recientes

 

Número de usuarios del año anterior en millones

Número de usuarios del año anterior en millones, 2018 – Fuente: Informe Mundial sobre las Drogas (adaptación libre)

Se calcula que unos 192 millones de personas consumieron cannabis en 2018, lo que la convierte en la droga más consumida a nivel mundial. En comparación, 58 millones de personas consumieron opioides en ese mismo año.

El cannabis es la sustancia que más se consume, los opioides la más nociva

Pero que esa cifra sea inferior puede dar una falsa impresión del daño que causan los opioides. Ese grupo de sustancias es responsable del 66 % de las 167.000 muertes relacionadas con los trastornos por consumo de drogas estimadas en 2017 y el 50 % de los 21 millones de años perdidos por discapacidad o muerte prematura que se atribuyen al consumo de drogas.

 

En África Occidental, Central y Septentrional, el tramadol avivó la crisis de los opioides; en América del Norte, los fentanilos. Si bien esas regiones tienen poco en común desde el punto de vista de la 7 economía, la demografía o los hábitos generales de consumo de drogas, todas ellas se enfrentan a una crisis de opioides alimentada por sustancias que son fáciles de obtener y baratas de producir.

En América del Norte, el consumo de opioides sintéticos, como el fentanilo, ha dado lugar a dos décadas de aumentos de las muertes por sobredosis de opioides. En 2018, los fentanilos intervinieron en dos tercios de las 67.367 muertes por sobredosis registradas en los Estados Unidos. Canadá también ha comunicado resultados similares, pero con cifras más bajas. Las muertes por sobredosis que se atribuyen a los fentanilos obedecen en parte a la imprevisibilidad de la potencia de las sustancias que se encuentran en los mercados ilícitos.

En África Occidental, Central y Septentrional, la demanda de tramadol con fines no médicos ha aumentado considerablemente y cada vez son más las personas que reciben tratamiento por trastornos por consumo de tramadol.

El consumo de estimulantes va en aumento

El mundo de los estimulantes está dominado por la cocaína y la metanfetamina, y el consumo de ambas sustancias está aumentando en sus principales mercados.

Unos 19 millones de personas consumieron cocaína en 2018, consumo alentado por la popularidad de esa droga en América del Norte y Europa Occidental. En ese mismo año, aproximadamente 27 millones de personas consumieron estimulantes de tipo anfetamínico, de los cuales la metanfetamina fue el más común en Asia Sudoriental y América del Norte.

 

Se calcula que unos 11,3 millones de personas se inyectaron drogas en 2018, práctica a la que se debe aproximadamente el 10% de las infecciones por el VIH de todo el mundo. Más de un millón de personas que se inyectan drogas viven con el VIH y 5,5 millones con hepatitis C.

La escasez de opioides causada por las restricciones impuestas con motivo de la COVID-19 podría llevar a los consumidores a sustituir esas sustancias por otras de más fácil obtención, como el alcohol o las benzodiazepinas, o a mezclarlas con drogas de síntesis.

La recesión financiera y las normas de distanciamiento social también podrían tener un doble impacto en las personas que se inyectan drogas. Además de ser más vulnerables al contagio y a las complicaciones que trae consigo la COVID-19 porque tienen su sistema inmunológico deprimido, también es probable que esas personas tengan problemas para acceder al tratamiento y a otros servicios debido a la presión que soportan los proveedores de servicios de salud.