Evento paralelo al CSW65: Abordar la violencia de género: un elemento clave en los programas de tratamiento de adicciones sensibles al género
Por María Victoria Espada – Con motivo del 65º período de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW65), Dianova coorganizó un evento paralelo el 22 de marzo pasado en el Foro Virtual de ONG de CSW65 (NGO CSW65 por sus siglas en inglés) bajo el tema “Abordar la violencia de género: un elemento clave en los programas de tratamiento de adicciones sensibles al género”.
Una de cada tres mujeres…
Según datos de ONU Mujeres, una de cada tres mujeres en todo el mundo experimenta violencia física o sexual principalmente por parte de una pareja íntima. Además, desde el inicio de la pandemia, la violencia contra la mujer, especialmente la violencia doméstica, se ha intensificado. En paralelo, diversos estudios han demostrado la estrecha relación entre el comportamiento adictivo y la violencia de género. Por un lado, las mujeres que consumen sustancias tienen más riesgo de ser víctimas de violencia por parte de sus parejas íntimas. Por otro, el consumo de sustancias por parte de estas mujeres es una estrategia para hacer frente a la violencia que sufren.
Reflejar las necesidades de las mujeres
Sin embargo, dado que el 80% de los pacientes en tratamiento son hombres, las necesidades específicas de las mujeres que usan sustancias quedan diluidas. Por ello, “es crucial identificar, incorporar y tratar el impacto que la violencia produce en las vidas de las mujeres en los programas de tratamiento de adicciones porque la violencia y las drogas generan dinámicas específicas y complejas”, como señaló Gisela Hansen, Coordinadora Terapéutica de los Programas de Tratamiento de Dianova.
Para Gisela, los programas de tratamiento diseñados con perspectiva de género deben considerar particularidades más allá del binarismo hombre-mujer y eliminar las desventajas de género.
Un buen comienzo para su diseño es repensar los programas tradicionales bajo esta perspectiva y también replicar ejemplos de buenas prácticas existentes. Además, dotar de formación específica a los equipos de profesionales y crear grupos de apoyo para las mujeres son requisitos para su diseño.
La violencia entre las minorías étnicas
En Estados Unidos, las minorías étnicas y raciales experimentan problemas de violencia junto con uso de alcohol y drogas a tasas significativamente más altas que las no minorías, debido a mayores condiciones de pobreza, hogares inestables y menores niveles de educación. Shawny Robey, Directora de Operaciones de Odyssey House Louisiana, precisó que “los impactos específicos que sufren determinadas personas deben ser tratados en entornos seguros con pacientes de similares características a fin de tratar los problemas subyacentes e identificar un camino de recuperación hacia adelante”.
A pesar de que Odyssey House Luisiana ha implementado exitosos programas de tratamiento de adicciones con perspectiva de género en la última década, la financiación pública para este tipo de programas sigue siendo extremadamente limitada.
Con más apoyo, se podrían desarrollar programas complementarios orientados a mujeres con hijos dependientes, los cuales tendrían impactos muy positivos tanto en las mujeres como en sus hijos, según explicó Shawny.
- Presentación de Gisela Hansen, (pdf)
- Presentación de Shawny Robey (pdf)
- Presentación de Jorgelina Di Iorio (pdf)
- Presentación de Nazlee Maghsoudi (pdf)
Estigma y sanciones sociales
Lamentablemente, las mujeres siguen teniendo miedo de desvelar su situación y solicitar ayuda por el riesgo de sufrir estigma y sanciones sociales, también por parte de los profesionales de la salud. Igualmente, la posibilidad de ser arrestadas y perder la custodia de los hijos, así como las mayores dificultades económicas que experimentan, constituyen barreras de acceso a los servicios de tratamiento, tal y como detalló Jorgelina Di Iorio, Coordinadora del Programa de Reducción de Daños de Intercambios Asociación Civil.
Dado el elevado número de mujeres que usan drogas en América Latina y el Caribe, Jorgelina consideró necesario profundizar la investigación de los vínculos existentes entre las mujeres y las drogas, incluyendo el daño potencial que las actuales políticas y leyes punitivas pueden tener sobre ellas.
Igualmente, “es fundamental involucrar a las mujeres en la provisión de servicios, fomentar la organización de mujeres que usan drogas y, sin duda, descriminalizar su uso”.
Escuchar la sociedad civil
Para la mejor formulación de políticas sobre drogas, es esencial que los conocimientos y experiencias de las organizaciones de la sociedad civil se trasladen a las discusiones en organismos internacionales. Ejemplo de esto es el documento final del período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre el problema mundial de las drogas celebrado en 2016 (UNGASS 2016), el cual incluyó un capítulo sobre temas transversales de drogas y derechos humanos, jóvenes, niños, mujeres y comunidades. En palabras de Nazlee Maghsoudi, Presidenta del Comité de ONG de Drogas de Nueva York (NYNGOC por sus siglas en inglés), “fue un gran logro defendido por la sociedad civil”.
La pandemia de Covid-19 también supone oportunidades y desafíos en el trabajo organizado de la sociedad civil.
Por un lado, la mayor digitalización aparece como una oportunidad para ampliar y fortalecer su participación significativa a nivel mundial. Por otro, la brecha digital y las restricciones de acceso a las plataformas virtuales pueden sentar un precedente peligroso de cara al futuro. Por tanto, como remarcó Nazlee, para que la formulación de políticas sea exitosa es crucial que la sociedad civil preserve y amplíe todos sus espacios de actuación en los organismos internacionales.
Ver el evento
Cita de Valeria C., cliente de ‘Sober Living’, Odyssey House Louisiana
«Al estar en un ambiente mixto, compartiría algunas cosas y otras no. Pero, cuando estás en un ambiente con solo mujeres, y mujeres que han pasado por lo mismo que tú, tienes una tendencia a querer compartir, porque escuchas las historias de otras personas y dices «diablos, yo pasé por lo mismo». Estas mujeres eran mujeres fuertes, muy educadas y capaces de ayudar a otras mujeres en el proceso de adicción, en el proceso de relación abusiva, y para hacernos saber que «esto no es tu culpa».