Discurso de Marsha B. en la UNGASS 1998

Para acabar con las políticas represivas en materia de drogas y promover un enfoque basado en los derechos humanos

I

Hace 19 años durante el período extraordinario de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas sobre las drogas (1998), un grupo de defensores europeos, entre los que destacaban el Transnational Institute, el Partido Radical Transnacional, el John Mordaunt Trust, la Agencia Católica para el Desarrollo Internacional (CAFOD, por sus siglas en inglés), la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF, por sus siglas en inglés), la Coalición Europea por Políticas de Drogas Justas y Eficaces (ENCOD, por sus siglas en inglés) y otros organismos, decidieron presentar sus inquietudes directamente a la ONU en un intento de llevar un mensaje de reforma de política de drogas ante el Programa de las Naciones Unidas para la Fiscalización Internacional de Drogas, como se llamaba entonces.

Esta iniciativa dio lugar a un histórico discurso pronunciado por Marsha B., una activista de Vermont contra el SIDA, quien no solo habló sobre su situación, sino también transmitió un mensaje firme de defensa de los derechos humanos y promoción del fin de las políticas represivas en materia de drogas. Este discurso fue pronunciado hace casi 20 años, pero hoy día mantiene su vigencia en vista de la crisis estadounidense de opiáceos. 

Demostración en Nueva York contra la política antidrogas criminal del presidente Duterte en Filipinas – Fóto: Vocal-NY, via Flickr Licencia: CC BY 2.0

Publicado originalmente el 14 de agosto de 2014 por Users Voice

Buenos días, damas y caballeros, y gracias por permitirme dirigirme a ustedes aquí hoy. Mi nombre es Marsha, soy una adicta en recuperación y vivo con el VIH. Tengo 43 años y soy madre de cuatro hijos, dos de los cuales se encuentran todavía en acogimiento familiar en el estado de Vermont. Estoy tratando de recuperar a mis hijos para septiembre. Llevo sin consumir drogas desde 1991 [siete años] y comparto mis experiencias en todo el activismo en que participo.

Y estas son las cosas que hoy quiero decirles:

En primer lugar, si realmente nos preocupamos por el dolor, el sufrimiento y el aislamiento de los consumidores adictos de drogas, debemos estar dispuestos a escuchar lo que dicen que necesitan: es un hecho que algunas de las estrategias más útiles para reducir o tratar de eliminar las muertes, las enfermedades y la criminalidad asociadas con este nivel de consumo de drogas han sido diseñadas por los propios consumidores de drogas.

Sin embargo, la participación de los consumidores no es posible si nos están enjuiciando por ser, justamente, consumidores. Decidí venir hoy aquí para hablarles de cómo la «guerra contra las drogas» afecta directamente mi vida y las vidas de muchísimos otros con la esperanza de que quizá todos estemos dispuestos a reconsiderar el paradigma de la política represiva en contra de las drogas, paradigma que ha sido la norma durante décadas en todo el mundo.

 

En primer lugar, se infringe un derecho humano básico, ya que se nos persigue por el consumo de ciertas drogas que han sido designadas ilegales de forma arbitraria. Como consecuencia de esta persecución, criminalización y aislamiento, es muy difícil dar prioridad a nuestra salud y a otros asuntos importantes de nuestras vidas. Incluso si no fuera así, las políticas en todo el mundo se han centrado tanto en que dejemos las drogas que se han pasado por alto algunas otras prioridades más importantes. La más obvia de estas es la prevención primaria de enfermedades de transmisión sanguínea: las investigaciones sobre el intercambio de agujas en todo el mundo han demostrado la eficacia de los programas para reducir la propagación de estas enfermedades infecciosas, pero, por ejemplo, el gobierno federal de los Estados Unidos se ha negado sistemáticamente durante más de una década a apoyar la implantación de estos programas alegando que alentarían el consumo de drogas.

Sin embargo, esta negativa ha dado lugar a la rápida propagación del VIH, la hepatitis y otras enfermedades, que han matado a miles de personas que se inyectan drogas y a sus hijos, y ha impuesto una carga financiera enorme en nuestra salud pública y en los servicios sociales. Para cualquiera que se lo esté preguntando, no hay absolutamente ninguna prueba de que la existencia de programas de intercambio de agujas haya aumentado el número de personas que se inyectan drogas en ninguna comunidad.

 

Es muy importante recordar que la gran mayoría de personas no se vuelven dependientes. Es de suma importancia recordar esto cuando nos invada el temor de que nuestros seres queridos puedan consumir drogas de manera destructiva. De hecho, millones de personas habitualmente consumen drogas y llevan una vida normal, sana y dentro de los parámetros de la ley. Por ello nos preguntamos por qué la ley los castiga…

 

Otro gran problema de esta «guerra» es que los suministros de drogas provenientes del mercado negro son muy costosos y, por lo tanto, algunos drogodependientes recurren a todo tipo de delincuencia oportunista para financiar su adicción. Esto no sucede porque seamos malos o sociópatas, como muchos parecen suponer. ¡No! Esto es debido a que la criminalización que tenemos que soportar en nuestras vidas nos empuja hacia la periferia de la sociedad donde la delincuencia es una constante y donde, quizás, no exista ninguna otra alternativa. Además, para los consumidores de drogas conocidos, las posibilidades de conseguir fácilmente trabajo son escasas, a menos que sean privilegiados social o económicamente. He aquí el porqué de nuestra involucración en delitos leves para financiar ese monstruo de la adicción que llevamos dentro.

 

Por lo tanto, en calidad de exconsumidora que vive con SIDA, apelo a ustedes para que se reconsideren las políticas vigentes en materia de drogas. ¿Es realmente mucho pedir que se implementen programas a nivel internacional para  el intercambio de agujas , dado que estaríamos evitando muchas enfermedades que nos diezman y que estaríamos ahorrando a nuestras sociedades gastos excesivos de salud pública? ¿Es realmente mucho pedir?

Antes de terminar, me gustaría añadir una cosa. No les estamos pidiendo que aprueben el consumo de drogas. Simplemente les estamos diciendo que las políticas vigentes no están funcionando para el bien de TODA la humanidad y, por lo tanto, les pedimos que estén abiertos a un debate más profundo en la materia. ¿Les parece verdaderamente aceptable, en lo más profundo de sus corazones, que sacrifiquemos la vida de millones de personas en aras de intereses militares y políticos?

Me gustaría agradecer a mis colegas Andria Efthimiou-Mordaunt y Martín Barriuso de «European advocates» (defensores europeos) por su ayuda en la preparación de este discurso.

Gracias por su atención.

Marsha B (RIP)