Adicciones y trastornos mentales suelen ir de la mano: millones de personas padecen estos trastornos denominados «concomitantes» y, sin embargo, sólo una minoría recibe el apoyo adecuado

Mejorar la atención a las adicciones en los adolescentes debe ser un objetivo prioritario de prevención como de tratamiento de los trastornos de salud mental – Foto de Pier Monzon en Unsplash
Diagnóstico dual, comorbilidad, trastornos concomintantes – uno de estos tres términos se utiliza a menudo para indicar que dos condiciones o patologías coexisten en la misma persona, por ejemplo un trastorno mental y un trastorno por consumo de sustancias. Muchas personas que sufren una adicción también tienen un problema de salud mental subyacente. Aunque una de estas condiciones puede exacerbar los síntomas de la otra, no hay pruebas de que una esté necesariamente causada por la otra.
Varios factores pueden explicar la coexistencia de trastornos por consumo de sustancias (TUS) y otros trastornos mentales:
- Ciertos factores de riesgo pueden contribuir tanto a los TUS como a otros trastornos mentales. Algunas familias se ven más afectadas por ambos trastornos, lo que implica que ciertos genes pueden ser un factor de riesgo. Los factores ambientales, como el estrés o los traumas, pueden provocar cambios genéticos que se transmiten de generación en generación, lo que podría contribuir a la aparición de un trastorno mental o por consumo de sustancias.
- Los trastornos mentales pueden contribuir al consumo de sustancias y a los TUS. Las personas que padecen un trastorno mental como depresión, ansiedad o trastorno de estrés postraumático son más propensas a consumir alcohol u otras drogas para aliviar sus síntomas (automedicación). Sin embargo, aunque estas sustancias pueden ayudar temporalmente, con el tiempo sólo empeoran las cosas.
- El consumo de sustancias y los TUS pueden contribuir al desarrollo de otros trastornos mentales. El consumo de sustancias puede desencadenar cambios en la estructura y el funcionamiento del cerebro que hacen a las personas más propensas a desarrollar un trastorno mental.
Patologías crónicas
Los trastornos por consumo de sustancias y otros trastornos mentales son condiciones o patologías cerebrales crónicas. En otras palabras, cuando una persona tiene una adicción, el funcionamiento y la estructura del sistema cerebral se ven profundamente alterados. Estas complejas alteraciones conducen a una pérdida de control sobre el comportamiento, por lo que la adicción se describe como una enfermedad neurológica.
Las alteraciones cerebrales asociadas al consumo de sustancias se producen en las mismas zonas del cerebro afectadas por la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Por eso es frecuente la concurrencia de TUS y trastornos mentales.
Un periodo de riesgo: la adolescencia
La adolescencia se caracteriza con mayor frecuencia por un período de integración en el grupo de pares y un distanciamiento de la familia. También es una fase de curiosidad, de toma de riesgos y de desafío. Es durante este período que muchas personas se inician en el uso de sustancias psicoactivas lícitas o ilícitas, como el alcohol, el tabaco o el cannabis.
Los y las adolescentes son más propensos/as a asumir riesgos y a actuar impulsivamente. Estos comportamientos, aunque comunes, pueden influir en el riesgo de adicción y otros trastornos mentales.
En este periodo, el cerebro es muy sensible al estrés y al impacto de las sustancias psicoactivas. Las investigaciones han demostrado que el cerebro de los adolescentes se encuentra en un estado único de transición y conformación que lo hace más vulnerable a los efectos neurotóxicos de las sustancias y a la aparición de enfermedades mentales. De hecho, el consumo regular de alcohol, tabaco y cannabis durante la adolescencia se asocia con una amplia gama de daños sanitarios y sociales, tanto a corto como a largo plazo.
Además, los patrones de consumo y las prácticas potencialmente adictivas de los adolescentes cambian constantemente. Los jóvenes recurren a nuevas drogas y nuevos comportamientos adictivos, como las drogas de síntesis (nuevas sustancias psicoactivas) y las adicciones a los videojuegos o a los juegos de azar y apuestas. Esta evolución plantea retos importantes, no sólo desde el punto de vista de la salud pública, sino también de la adaptación de los programas de prevención y tratamiento.
Relación con traumas
Por último, las personas que han sufrido traumas físicos o emocionales están mucho más expuestas a los trastornos por consumo de sustancias. En Estados Unidos, por ejemplo, uno de cada cinco veteranos de los conflictos de Irak y Afganistán declara padecer trastorno de estrés postraumático o depresión grave. Por último, los estudios sugieren que la mitad de los veteranos con diagnóstico de trastorno por estrés postraumático padecen también un problema concomitante de consumo de sustancias.
Un diagnóstico complicado
Los trastornos concomitantes son a veces difíciles de diagnosticar. Sus síntomas suelen ser complejos y pueden variar en gravedad. A menudo ocurre que las personas afectadas son ingresadas para recibir tratamiento por un trastorno, mientras que del otro ni siquiera se habla. Esto se debe a que los síntomas son muy similares y a menudo se solapan.
De hecho, los problemas de salud mental y los trastornos por consumo de sustancias (u otras adicciones) pueden tener componentes biológicos, psicológicos y sociales similares.
Los diagnósticos incompletos también pueden estar relacionados con una formación o un cribado inadecuados. Hay que insistir en la necesidad de contar con sistemas fiables, ya que las consecuencias de los trastornos concurrentes no diagnosticados, no tratados o tratados inadecuadamente pueden aumentar el riesgo de suicidio, encarcelamiento y exclusión social.
Tratamiento de las comorbilidades
Las investigaciones demuestran que los trastornos concurrentes deben tratarse al mismo tiempo. Para obtener los mejores resultados, se recomienda que las personas que sufren tanto una adicción como un problema de salud mental reciban un tratamiento integrado. Con estos tipos de tratamiento, los médicos y otros profesionales pueden abordar y tratar ambos trastornos al mismo tiempo. Esto suele traducirse en menores costes de tratamiento y mejores resultados para los pacientes.
Los tratamientos integrados permiten a los terapeutas abordar y tratar ambos trastornos al mismo tiempo, lo que reduce los costes y mejora los resultados del tratamiento.
Por último, la detección y el tratamiento precoces de estos trastornos pueden mejorar enormemente la recuperación y la calidad de vida de una persona. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las personas que sufren a la vez una adicción y otra enfermedad mental suelen presentar síntomas más persistentes, más graves y más resistentes al tratamiento que los pacientes que padecen sólo uno de estos trastornos.
Fuentes: Instituto Nacional de Salud Mental, Organización Mundial de la Salud.