Hoy en día se habla de adicción al alcohol y a las drogas ilegales, pero también al sexo, las compras, los teléfonos móviles, los videojuegos, etcétera. Parece que las personas pueden convertirse en «adictas» a todo tipo de comportamientos.

La omnipresencia del término «adicción» se debe sin duda a un efecto de moda, a un fenómeno lingüístico: nos llamamos «adictos» a todo y a nada. Al cuadradito de chocolate que acompaña nuestro café, a la última serie de televisión en nuestra plataforma online favorita, etcétera. Pero este fenómeno no debe hacernos olvidar que la adicción es una enfermedad real, que tiene unos criterios específicos y, sobre todo, que se puede prevenir y tratar.

El término «adicción» implica que somos dependientes de algo, siendo ese algo una sustancia psicoactiva, ya sea legal (alcohol, tabaco, ansiolíticos, etc.) o ilegal (cocaína, heroína y otros opiáceos, MDMA, nuevos productos de síntesis…), o bien vinculado a comportamientos específicos, como los juegos de azar y apuestas, las actividades sexuales, los videojuegos, las compras, el consumo de azúcar o el ejercicio físico, sin olvidar el intermediario esencial de todas estas prácticas y verdadero tuto psicoafectivo… el smartphone (el último de la gama, por supuesto).

Responder a las adicciones es a la vez simple y complejo. Simple, porque a menudo puedes afrontarla por ti mismo: si tienes un problema de pérdida de control sobre el consumo de sustancias, por ejemplo (beber un poco más de la cuenta, un porro que se ha convertido en un hábito diario), puedes hacerlo. Utilizando diversas herramientas para reforzar tu motivación, cambiando tu estilo de vida, creando nuevos hábitos, lo puedes hacer.

Por otro lado, si no te sientes capaz de hacerlo, o si te enfrentas a adicciones especialmente graves, asociadas a otros trastornos mentales, lo mejor es que busques ayuda. En este capítulo, echamos un vistazo a algunas de las prácticas utilizadas para prevenir las adicciones, tratarlas y acompañar a las personas afectadas.