El alcohol y otras drogas están por todas partes. Tarde o temprano, nuestros hijos se enfrentarán a una o más de estas drogas. Por ello, es necesario valerse de herramientas de prevención que involucren a la comunidad en general, como sinagogas, escuelas, iglesias, grupos comunitarios, la policía, etc. Aun así, ninguno de estos grupos puede reemplazar a los padres. La educación acerca de las drogas comienza en casa.
Muchos padres se sienten indecisos a la hora de hablar sobre el alcohol y otras drogas con sus hijos. Les parece que están muy pequeños o que no les concierne. Muchas veces no saben qué decir o temen que hablar sobre el tema los instará a experimentar con las drogas. De hecho, sin embargo, resulta fundamental no esperar a que se presente un problema.
La mayoría de los jóvenes que actualmente están en tratamiento en Dianova nos cuentan que estaban consumiendo alcohol u otras drogas antes de que sus padres les hubieran hablado sobre el tema. Resulta fundamental que comencemos a hablar sobre estos temas desde antes. Además, es esencial que siempre estemos dispuestos a comunicarnos. Lamentablemente, usualmente es más fácil decirlo que hacerlo. Los niños y los adultos se comunican de maneras distintas, e inician y participan en una conversación de manera diferente.
Les presentamos algunas reglas generales para mejorar la comunicación entre padres e hijos.
Aprenda a escuchar
Escuche atentamente lo que su hijo tenga que decir. Asegúrese de que se sienta cómodo haciéndole preguntas o hablando sobre sus problemas. Si lo que oye no le agrada, no pierda el control. Haga una pausa antes de hacer o decir algo. Además, preste atención a lo que el niño no dice y, si no dice nada, tome la iniciativa y hable sobre algo que le interese, como el día en la escuela, por ejemplo.
Esté disponible
Los niños necesitan saber que pueden contar con que los adultos les den la información correcta sobre los temas que les interesan. Si usted no está disponible cuando su hijo le pregunta, explíquele por qué y programe otro momento en el que pueda brindarle toda su atención.
Envíe mensajes claros
Cuando hable sobre el alcohol y otras drogas, asegúrese de darle a su hijo un mensaje claro para que sepa exactamente lo que usted espera de él. Por ejemplo, «no consumimos drogas ilegales y los niños de nuestra familia no tienen permitido tomar alcohol».
Sea coherente
Un niño aprende de los ejemplos que recibe de sus padres. Asegúrese de ser coherente entre sus palabras y sus actos de manera que reflejen la misma integridad y sinceridad que usted espera de su hijo.
Sea positivo
Felicite a su hijo cuando haga algo bueno en lugar de criticarlo por las cosas malas que hace. Si recibe más cumplidos que críticas, y si usted le muestra que el niño mismo puede tomar la decisión correcta, podrá generar la autoestima y la confianza que le permitirán confiar en su propio criterio.
Los principios descritos más arriba son un reflejo de la conducta general que un adulto debe adoptar con sus hijos. De todos modos, para mayor precisión debemos considerar la especificidad y la edad de cada niño, su capacidad para asimilar información, su capacidad para proyectar hacia su futuro y su capacidad para comprender las consecuencias de sus actos. En otras palabras, el trabajo de prevención debe adaptarse a la edad del niño y a su nivel de desarrollo. Los siguientes son algunos ejemplos de actividades y actitudes preventivas para practicar con los niños durante distintas etapas de su desarrollo.
Entre 3 y 5 años de edad
Los niños de este grupo de edad no están listos para asimilar información compleja sobre el alcohol y otras drogas. Aun así, los hábitos que aprendan ahora afectarán sus acciones futuras. A esta edad, los padres toman la mayoría de las decisiones de sus hijos (es más fácil y nos encanta ayudarles). Aún así, es importante permitirles a los pequeños enfrentar algunos de los problemas por su cuenta y permitirles tomar decisiones que puedan tomar solos a su edad (como elegir su ropa).
Muéstreles a sus hijos los productos peligrosos de su casa (como cloro o amoniaco). Explíquele cuáles son los usos de estos productos y por qué son peligrosos. (Sobra decir que hay que mantenerlos fuera de su alcance).
Explíquele a su hijo por qué necesita alimentarse de manera saludable y balanceada. Pídale que nombre dos o tres alimentos que sean buenos para él y explíquele por qué. Explíquele el uso de los medicamentos y lo peligrosos que pueden resultar si no se utilizan de manera apropiada. Enséñele que jamás debe tomar ningún medicamento que usted no le dé. (Y lo mismo que con los limpiadores domésticos, manténgalos fuera de su alcance).
Entre 5 y 9 años de edad
A esta edad, el niño continúa aprendiendo por experiencia, aunque todavía no comprende a cabalidad las consecuencias de sus actos. Necesita reglas que guíen su conducta, así como información concreta que le ayude a tomar decisiones correctas. En general, un niño confía en el adulto y en las decisiones que este último tome.
Resulta necesario relacionar las conversaciones sobre alcohol y otras drogas con elementos concretos de la vida diaria o con personas que el niño conozca. Como el niño es muy curioso acerca de su cuerpo, necesitamos enseñarle cómo cuidarlo sin hacer algo que pueda hacerle daño. Hacia los nueve años, un niño debe poder ser capaz de distinguir entre medicamentos, productos tóxicos, drogas ilegales, medicamentos y alimentos. También necesita saber qué aspecto tendrán los medicamentos y por qué podrían ser peligrosos para su salud. Es importante que aprenda y asuma las reglas de su casa, y algunas reglas de la sociedad (como no cruzar la calle si el semáforo tiene luz roja).
Recalque la importancia de la salud hablándole acerca de lo que la gente hace para permanecer saludable (como alimentarse de manera balanceada, cepillarse los dientes). Resalte aquellas cosas que la gente hace que son perjudiciales para su salud (como fumar o consumir otras drogas, alimentarse de manera no balanceada.
Explique el uso de medicamentos con ejemplos concretos. La mayoría de los niños ya ha sufrido algún resfriado, dolor de oído o de garganta, etc. Hable sobre aquellas enfermedades que el niño entienda y hable con él acerca del uso de los medicamentos apropiados.
Comience a enseñarle cómo enfrentarse a aquellos momentos potencialmente embarazosos. Por ejemplo, si un amigo invita a su hijo a casa después de la escuela, algo que el niño sabe que usted no aprobaría, enséñele a decir «no» sin sentirse incómodo.
Entre 10 y 12 años de edad
A esta edad, un amigo o un grupo de ellos resultan sumamente importantes para un niño. Los intereses o actividades del niño se convierten principalmente en reflexiones de lo que la gente de su grupo piensa. Su imagen personal está determinada en gran medida por el nivel de aceptación y reconocimiento que recibe de sus compañeros. Los padres deben ser especialmente cuidadosos de que sus mensajes sean claros y de motivar intensamente a sus hijos a que no acepten alcohol, tabaco ni otras drogas.
Estos son años críticos para un niño, precisamente aquellos en los que probablemente se enfrente a una droga o la otra. Las decisiones que tome ahora influirán sobre sus años de adolescente y su vida adulta.
El niño debe poder identificar las drogas y entender sus efectos a corto y largo plazo, además de poder explicar por qué son perjudiciales para él. Finalmente, necesita poder apreciar las consecuencias de las drogas sobre su familia y sobre la sociedad.
Necesitamos hacerle entender la diferencia entre la realidad y los mitos en torno a las drogas, explicarle que los medios con frecuencia presentan las drogas como algo fascinante simplemente por no explicar el daño que hacen (por ejemplo, la publicidad sobre bebidas alcohólicas).
Mantenga conductas que le enseñen a rechazar el alcohol, el tabaco u otras drogas. Es fundamental que sepa cómo tomar la decisión correcta.
Estimúlelo a realizar actividades físicas o educativas que le den la oportunidad de conocer a otros niños en un entorno seguro.
Pídale que busque en el periódico artículos sobre el daño que producen las drogas. Explíquele que conducir bajo los efectos del alcohol es un delito, así como la manera como las drogas provocan la pérdida de vidas humanas y otras tragedias, sin contar el perjuicio económico en el propio país y en otros.
Entre 13 y 14 años de edad
La pubertad es como un segundo nacimiento para el niño. Adquiere una personalidad nueva y única, y deja el pasado atrás. Se separa de las amistades que considera obsoletas y la confianza que podría haber desarrollado hacia adultos clave en su vida podría estarse deteriorando. Al mismo tiempo, a esta edad, el adolescente puede entender mejor las consecuencias de sus actos y razonar de manera abstracta.
Asegúrese de describirle los efectos perjudiciales del consumo del alcohol, del uso del tabaco, y de cualquier otra droga, recalcando los efectos a corto plazo, como mal aliento y el olor del humo en la ropa, en lugar de las consecuencias a largo plazo, como el cáncer. La influencia de sus compañeros afecta el interés del adolescente en consumir alcohol o tabaco, con el razonamiento de que sus amigos lo hacen o de que «todos lo hacen». Muéstrele que, en realidad, no «todos lo hacen» y refuerce la idea de que consumir alcohol, tabaco u otras drogas es inaceptable y hasta ilegal.
Enséñele que las consecuencias del consumo de las drogas son impredecibles y que, aunque algunas personas parecerían llevar vidas normales aún consumiendo drogas (por ejemplo si él mismo conoce a alguien que lo hace), siempre existe el riesgo de destruir al menos una vida entera.
Conozca a sus amigos e invítelos a su casa. Trate de involucrar a los padres de sus amigos en una preocupación compartida por la salud y el bienestar de los hijos. Prepare las reglas y actividades de su hijo en conjunto con otros padres. Continúe enseñándole a decir «no» a las drogas. Enséñele a enfrentar situaciones incómodas cuando no haya un adulto presente.
Háblele sobre la importancia de la amistad, enséñele que los amigos verdaderos no presionan a los demás a consumir productos que sean peligrosos para ellos.
A partir de los 15 años
A esta edad, el adolescente comienza a razonar como un adulto y ya quiere ser tratado de igual a igual. Con frecuencia desea compartir sus preocupaciones y la manera como resuelve sus conflictos. Al mismo tiempo, la motivación principal para sus actos, sus actitudes y lo que se pone proviene de sus amigos. A esta edad, el adolescente desea ser independiente y tiene más tiempo libre sin la supervisión de un adulto. De todos modos, es fundamental mantener intactas las reglas de la casa, como la presencia en la mesa del comedor, las vacaciones con la familia y otros eventos familiares.
A esta edad, debe entender los efectos a corto y a largo plazo de las drogas de una manera muy detallada y específica, lo que incluye la posibilidad de contraer enfermedades infecciosas. También debe entender los efectos del alcohol y de las drogas sobre un feto. Debe ser capaz de explicar las consecuencias del consumo y del tráfico de drogas en la sociedad, y entender las consecuencias de conducir vehículos bajo los efectos de las drogas. La autoridad de los padres deja de tener la influencia que tuvo alguna vez, pero usted puede seguir siendo positivamente influyente estimulando a su hijo a participar en actividades en las que pueda desarrollar su evaluación crítica y su actitud frente las drogas.