¡La pobreza es sexista!

La pobreza tiene rostro de mujer

«La pobreza tiene rostro de mujer» – Fóto lorena pajares, via Flickr

Por Joanna Nappi – La pobreza es uno de los problemas mundiales más desafiantes, multifacéticos y generalizados.  La erradicación de la pobreza es un prerequisito para el desarrollo sostenible; también es el objetivo fundamental de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible. La pobreza no tiene un rostro determinado, ya que afecta a todo tipo de personas de cualquier país, en cualquier región del mundo. No obstante, hay más mujeres y niñas viviendo en la pobreza que hombres y niños.   Además, los efectos de la pobreza tienen un impacto más grave en las mujeres y las niñas que en los hombres y los niños.  Este fenómeno, en el que mujeres y niñas experimentan la pobreza en tasas desproporcionadas, se conoce como feminización de la pobreza.

El informe de las Naciones Unidas, Mujeres en el mundo 2015: tendencias y estadísticas, subraya que hay una falta de datos sobre la pobreza que estén desglosados según el género y que «no existe un único indicador claro de la pobreza desde un enfoque de género«; pero sí existen numerosas estadísticas que revelan las variables y los mecanismos que favorecen y perpetúan un estado de pobreza en mujeres y niñas:

  1. Es más probable que las mujeres y las niñas tengan mala salud y sufran malnutrición, vayan menos a la escuela, realicen trabajos no remunerados/en el sector informal (es decir, tareas domésticas, cocinar, limpiar, recolección de agua y leña, trabajos en el campo, prestar cuidados a niños y personas mayores, etc.).
  2. Las mujeres tienen menos acceso a un trabajo que genera ingresos. Por ejemplo, en el África subsahariana, el 75% de los hombres casados tiene acceso a un trabajo que genera ingresos frente al 46 % de las mujeres casadas.
  3. Las leyes y las costumbres impiden a las mujeres el acceso a sus propios bienes manteniendo así una dependencia económica de los hombres.  En los países en vías de desarrollo, una de cada tres mujeres no tiene absolutamente ningún derecho a la hora de decidir sobre los gastos domésticos.  Más aún, el 20 % de los países en vías de desarrollo, no ponen en vigor leyes que aseguren, sin discriminación de género, los derechos a la propiedad y a la herencia y el 28 % de los países en vías de desarrollo carece completamente de leyes que aseguren, sin discriminación de género, los derechos a la propiedad y a la herencia.
  4. El uso de recursos financieros fomales es menor para las mujeres que para los hombres en cualquier lugar del mundo.
  5. El matrimonio infantil, la maternidad y la exposición a la violencia de género son variables que aumentan la probabilidad de vivir en la pobreza.  Las chicas que se casan antes de llegar a la edad adulta tienen una menor probabilidad de recibir educación y de participar en el mercado laboral formal y tienen una mayor probabilidad de quedarse embarazadas antes de llegar a la edad adulta.   Las víctimas de la trata de personas, de agresiones sexuales o de violencia de pareja (que son de manera desproporcionada mujeres y niñas) tienen mayor probabilidad de sufrir un deterioro de la salud, acumular días perdidos de trabajo/educación, abusar de sustancias, ser marginadas y ver reducidas sus oportunidades sociales y políticas. Todo ello reduce la productividad e impide el desarrollo.

Para llamar la atención sobre este problema, ONE lanzó su campaña en el año 2016 «La pobreza es sexista» que ha conseguido atraer la atención de líderes mundiales y activistas como Justin Trudeau y Melinda Gates.  En una entrevista reciente con la CNN, Melinda Gates explicó que la feminización de la pobreza no sólo afecta a los países menos desarrollados (PMA), sino a todos los países.  En los Estados Unidos, por ejemplo,el 14.2 % de las mujeres con edades comprendidas entre los 18 y los 62 años vive en la pobreza frente al 10,5 % de los hombres entre los 18 y los 62 años que vive en la pobreza.  Cada país tiene el deber de comprometerse con este problema e instar a otros países a comprometerse igualmente.   Justin Trudeau, el Primer Ministro de Canadá, manifestó recientemente su compromiso con la campaña de ONE «La pobreza es sexista» Trudeau afirmó: «Como feminista, sé que las mujeres deben recibir el mismo trato que los hombres en todo el mundo.Ningún líder es capaz de conseguir esto solo.  Necesitamos que otros líderes de todo el mundo adopten también medidas”.

Las desigualdades de género dentro de la pobreza son evidentes e innegables.   La feminización de la pobreza es compleja, generalizada y está interrelacionada con una multitud de otras cuestiones como la educación, el matrimonio infantil, el mercado laboral, etc.

 

Adicionalmente, se debería incorporar un enfoque de género en todas las políticas y leyes a nivel local, nacional y mundial.  Son necesarios además datos desglosados y la formulación de nuevas medidas para elaborar políticas y para obtener una visión más clara de las desigualdades de género en los hogares pobres.  Y por último, las mujeres y las niñas necesitan tener pleno acceso a una educación de calidad, a trabajos apropiados, a instituciones financieras y a la tecnología.  Los países que dan prioridad a la educación, a la accesibilidad y a la inclusión son más prósperos, ricos y estables. No es posible conseguir un desarrollo sostenible a menos que todos los ciudadanos del mundo estén facultados para ello.