Declaración ante el 67º período de sesiones de la Comisión de Estupefacientes

Dianova considera esencial mejorar el acceso a los servicios de salud para las personas con comorbilidades – uso de sustancias y salud mental

Girl(s) in black and white

En EE.UU., más del 60% de los adolescentes en programas comunitarios de tratamiento de trastornos por consumo de sustancias también cumplen criterios diagnósticos para otras enfermedades mentales (Fuente: NIDA) – Foto de Taylor Deas-Melesh en Unsplash

Esta declaración está relacionada con el punto 6 del orden del día de la Comisión: Seguimiento de la aplicación a nivel nacional, regional e internacional de todos los compromisos, reflejados en la Declaración Ministerial de 2019, para abordar y contrarrestar el problema mundial de las drogas.

  • La Organisation Internationale Dianova (o Dianova International) es una ONG con estatus consultivo especial ante el ECOSOC, estatus concedido en 2007.
  • Contacto: Montserrat Rafel, Directora General – rafel@dianova.org

Este texto ha sido publicado en inglés en la página web dedicada a la documentación de la 67ª Sesión de la Comisión de Estupefacientes de Naciones Unidas


 

En general, cada vez se reconoce y comprende más la complejidad y la naturaleza integrada de los problemas relacionados con la salud mental. También hay cada vez más investigaciones sobre su relación con el consumo de sustancias y una mayor comprensión de las necesidades de las personas con comorbilidad, es decir, con trastornos concurrentes de consumo de sustancias y de salud mental. Es esencial poner en marcha servicios más eficaces de prevención, tratamiento, reducción de daños y apoyo para esta población, y es fundamental promover una mayor conciencia de la necesidad de adoptar un enfoque holístico para abordar estos problemas.

Sin embargo, desde el punto de vista de la intervención, siguen existiendo barreras que impiden a las personas con comorbilidad acceder a los servicios adecuados. La compleja vinculación entre salud mental y drogodependencia, por ejemplo, puede dificultar el diagnóstico clínico de la comorbilidad, lo que puede retrasar el inicio del tratamiento, y dividir el abordaje de la situación en diferentes servicios asistenciales, generando mayores barreras para la adherencia al tratamiento. Además, acceder a los servicios especializados que necesitan, sin ser sobremedicalizados, puede ser un reto importante para las personas afectadas. Por último, la falta de servicios de prevención y reinserción y su escasa coordinación son también serios obstáculos por superar.

Con ocasión de la 67ª sesión de la Comisión de Estupefacientes, a Dianova le gustaría destacar una serie de factores que pueden ser de interés para los responsables políticos, los proveedores de servicios, el mundo académico, las organizaciones de la sociedad civil y la sociedad en su conjunto.

Prestar una atención especial a los jóvenes

Los jóvenes con problemas de salud mental se enfrentan a altos niveles de dificultades educativas, discriminación y exclusión social, todos ellos siendo factores de riesgo para la drogodependencia y los comportamientos adictivos sin sustancias.

En los últimos años, hemos asistido a un deterioro de la salud mental de los jóvenes, con altas tasas de depresión, trastornos de ansiedad y consumo de drogas psicoactivas sin prescripción médica. Según la OMS, uno de cada siete jóvenes de entre 10 y 19 años sufre un trastorno mental en todo el mundo, mientras que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años.

 

Esta evolución plantea importantes retos desde el punto de vista de la salud pública e implica que los programas de prevención y tratamiento se adapten en consecuencia. Al mismo tiempo, el acceso a la atención profesional y a los servicios de apoyo parece inadecuado debido a las limitaciones financieras, al estigma asociado a las adicciones y a la falta de servicios adaptados a sus necesidades, entre otros elementos.

Por último, también es crucial diseñar y aplicar intervenciones que tengan en cuenta los derechos de la infancia, prestando especial atención a la situación de los niños y niñas cuya salud mental y desarrollo saludable en general, se ven quizá afectados por el consumo problemático de sustancias por parte de los padres y madres y/o por problemas relacionados (como la violencia doméstica).

La prevención, piedra angular de la acción

Desde una perspectiva más amplia de la salud mental en relación con el consumo de drogas y la drogodependencia, es importante destacar que a menudo se descuida la prevención (de la salud mental y la drogodependencia). Muchos sistemas de salud nacionales tienden a dar prioridad a lo que se considera más urgente (es decir, el tratamiento y los servicios de reducción de daños), mientras que pasan por alto el componente clave de la prevención. En este campo, todos los aspectos son necesarios y los servicios de prevención basados en la evidencia necesitan un apoyo urgente.

En este sentido, Dianova apoya plenamente la «Declaración de Oviedo«, una iniciativa mundial sobre la prevención del consumo de drogas y hace un llamamiento a todos los países para que destinen al menos el 25% de sus esfuerzos y presupuestos de reducción de la demanda a estrategias de prevención antes del 2030.

Un diagnóstico difícil

Un diagnóstico adecuado es necesario para desarrollar un plan de tratamiento individual, ajustado a las necesidades de cada persona. En cuanto a la intervención terapéutica, el abordaje debe ser integral, adaptado a las características de cada persona (perfil individual, necesidades y expectativas, interacción con su comunidad, etc.) y fundamentado en una perspectiva transversal, sensible al género y basada en los derechos humanos. Sin embargo, como ocurre a menudo, las personas con comorbilidad pueden ser diagnosticadas erróneamente y recibir prescripciones médicas inadecuadas. Hay que insistir en la necesidad de contar con sistemas fiables, ya que las consecuencias de los trastornos concurrentes no diagnosticados, no tratados o tratados inadecuadamente pueden aumentar los riesgos de exclusión social, encarcelamiento e incluso suicidio.

Mental health matters

La salud mental importa. Las personas que sufren comorbilidad deben tener acceso a un diagnóstico adecuado y a servicios de calidad – Foto de Matthew Ball en Unsplash

Invertir en enfoques biopsicosociales y evitar la sobremedicalización

Dada la naturaleza biopsicosocial del problema, los enfoques para abordar el trastorno deben ser polifacéticos e incluir no sólo intervenciones médicas y psiquiátricas, sino también sociales, familiares e incluso comunitarias.  En términos generales, debemos pasar de un modelo que considera la comorbilidad sólo desde un punto de vista biomédico a un enfoque biosocial comunitario que tenga en cuenta todos los aspectos y componentes que influyen en la salud mental.

Sin embargo, muchos programas de tratamiento de drogodependencias tienden a ofrecer respuestas basadas predominantemente en la farmacología y en una perspectiva biomédica. Los regímenes farmacológicos adaptados a la persona son, sin duda, una parte necesaria de muchas estrategias de tratamiento, pero también deben tenerse en cuenta las terapias no farmacológicas, en particular las basadas en el componente «psicosocial» del problema. Es probable que el uso de estas técnicas, siempre que se basen en pruebas científicas, produzca mejores resultados, con una disminución de la medicación utilizada y un aumento de las habilidades individuales y los mecanismos de adaptación (coping mechanisms).

El enfoque biomédico puede parecer menos costoso (desde el punto de vista de las autoridades públicas), pero sólo ofrece una respuesta a corto plazo, mientras que las intervenciones biopsicosociales tienen un impacto más positivo a medio y largo plazo.

Dianova considera que las autoridades públicas deberían garantizar el futuro a largo plazo de estos servicios, en particular en el sector residencial, en lugar de infrafinanciarlos como ocurre cada vez más.

La sobremedicalización de las personas con comorbilidad es muy preocupante. Algunas de las personas que entran en un programa de tratamiento de drogodependencias han estado previamente hospitalizadas en pabellones psiquiátricos donde han recibido grandes dosis de medicación. Como consecuencia, están física y mentalmente ralentizadas y presentan muchos efectos secundarios, lo que puede ser un obstáculo para el buen funcionamiento del programa de tratamiento, ya que puede reducir la adherencia a los propios tratamientos, disminuyendo la percepción de autoeficacia y la confianza en los servicios.

Por último, consideramos esencial mejorar el acceso a la asistencia sanitaria y ofrecer a las personas opciones ambulatorias y comunitarias adicionales, ya que estas últimas han sido ampliamente ignoradas, al menos hasta ahora.

Pocos programas están dirigidos a las comorbilidades, y los profesionales de salud necesitan formación

Las personas con comorbilidad se enfrentan al problema de las «puertas giratorias», por las que entran y salen de hospitales y servicios de adicciones, sin encontrar un programa realmente adaptado a sus necesidades. Hay muy pocos programas especializados en este campo, por no mencionar el hecho de que muy pocos programas se basan en una perspectiva de género para facilitar el acceso y la adherencia a los servicios de las mujeres y las personas LGBTQI+ afectadas. Además, debería desarrollarse un enfoque interseccional, teniendo en cuenta los complejos problemas que experimentan las personas con comorbilidades.

La falta de formación de los profesionales de salud es otro problema, ya que puede dar lugar a diagnósticos erróneos, malos tratos, estigmatización, desatención, etc. de las personas con comorbilidades.

Necesidad de servicios de reinserción

Finalmente, otro reto importante es crear oportunidades de reinserción social y profesional, a través de centros de día y servicios de seguimiento psicosocial, para dar a las personas las herramientas que necesitan al final del programa de tratamiento.

Los servicios de recuperación y reinserción social también son fundamentales para garantizar la continuidad de la atención y la eficacia de los programas de tratamiento de la drogodependencia para personas con comorbilidades. Existe un enorme vacío en la prestación de estos servicios.