Declaración al 63° período de sesiones de la Comisión de Estupefacientes

Medios de comunicación

Los medios de comunicación: una herramienta para combatir el estigma asociado con las adicciones y prevenir los trastornos de uso de sustancias

Los medios de comunicación tienen una fuerte influencia en numerosos aspectos de la sociedad, incluidas las percepciones públicas de los problemas sociales y el orden público. Durante décadas, las drogas ilegales han sido estigmatizadas por los medios de comunicación por medio del uso de narrativas particulares, estereotipos, lenguaje sesgado y prácticas retóricas que han contribuido a fomentar la discriminación contra las personas con trastornos por uso de sustancias, lo que a la larga conduce a una construcción social que ve el consumo de drogas como una conducta desviada.

Muchos periódicos, revistas, programas de entrevistas, películas y series de televisión por lo general muestran una u otra sustancia como si fuera instantáneamente adictiva y como si acarreara con seguridad un mundo de violencia, depravación y ruina económica o social. Los enfoques basados en datos contrastados de los trastornos por uso de sustancias solo reciben poca atención por parte de los medios de comunicación convencionales, al mismo tiempo que incluso los que tienen las mejores intenciones solo consiguen perpetuar conceptos erróneos comunes como la necesidad de «tocar fondo» antes de aceptar someterse a un programa de tratamiento o la necesidad de usar técnicas de confrontación basadas en «amor duro».

Además, estudios que analizan el contenido de las noticias y de los medios de comunicación populares han demostrado que la gran mayoría de las personas con trastornos por uso de sustancias que aparecen en los medios de comunicación muestran una conducta anormal o desviada. Por el contrario, muy pocas historias o programas de televisión retratan a personas que se someten a tratamientos para el uso de sustancias de forma exitosa. A su vez, otras investigaciones han revelado que las actitudes públicas sobre las personas afectadas por problemas sociales y de salud se ven fuertemente influenciadas por lo que muestran los medios de comunicación acerca de personas específicas que ejemplifican los problemas mencionados, lo que sugiere que tales representaciones pueden aumentar el estigma y la discriminación generalizados.

 

Los medios de comunicación son un espejo de una sociedad que nunca ha dejado de estigmatizar a aquellos que usan drogas ilegales, sobre todo por medio de dos tipos de narrativas. La primera es la representación del consumo de drogas en un contexto de delito, orden público y justicia penal.  Las noticias sobre drogas suelen también ser historias de delitos llenas de violencia, desorden público, pobreza y tráfico, pero dejan de lado la perspectiva de salud pública y los aspectos sociales y psicológicos del problema.  La segunda narrativa se basa en la representación de las consecuencias supuestamente inevitables y devastadoras del consumo de drogas que se dan en una persona y en su entorno inmediato. Como resultado, se fomenta la antipatía pública hacia las personas que usan drogas ilegales, con la repercusión de deshumanizarlos e implicar que el uso de sustancias es una característica definitoria de su carácter.

Además de los medios de comunicación convencionales, hoy en día las redes sociales y los medios no convencionales también desempeñan un papel clave en la vida de las personas, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos. Puede circular información engañosa o incorrecta, lo que genera expectativas falsas, disminuye la percepción del riesgo del consumo de drogas e incluso conduce a un peligroso uso indebido de estas, debido a que una gran parte de los adolescentes usa las redes sociales para expresarse y para encontrar información que creen que es confiable.

Las plataformas de redes sociales tienen una importancia cada vez mayor en la vida de las personas, especialmente de los adolescentes, debido a que es ahí donde «exhiben» sus experiencias vividas, lo que permite la expresión, exploración y experimentación de su identidad. Como resultado, los niños pasan horas en varias cuentas de redes sociales, lo que puede mejorar su posición social, pero al mismo tiempo los obliga a hacer cosas que no deberían hacer. Esta nueva presión digital entre pares puede ser perjudicial: según un estudio realizado por el Centro Nacional de Adicción y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia, los adolescentes que usan con regularidad las redes sociales populares tenían más probabilidades de beber, consumir drogas y comprar tabaco que los adolescentes que no usaban las redes sociales o las usaban con menos frecuencia.

Sin embargo, a pesar de la sombría imagen que se ha mostrado en este artículo hasta ahora, debe resaltarse que tanto los medios de comunicación convencionales como las redes sociales también podrían desempeñar un papel importante en la promoción de estilos de vida más saludables y en la educación sobre salud.

 

Por ejemplo, el poder de las fuentes de los medios de comunicación tradicionales podría aprovecharse para alcanzar este último objetivo mediante la celebración de acuerdos de asociación con ONG o entidades gubernamentales. Los medios de comunicación podrían comprometerse a concentrarse en ciertos aspectos del problema que muchas veces no se mencionan, o a solamente usar un vocabulario apropiado cuando se hable de uso de sustancias y adicción. Como todos sabemos, el lenguaje utilizado al referirse a las personas que consumen drogas puede tener un gran impacto en la manera en que estas se ven a sí mismas y en cómo las ven los demás. El uso de palabras como «adicto» o «antiguo consumidor de sustancias» tiene una carga negativa que contribuye a que aquellos afectados no busquen ayuda o no puedan continuar sus vidas con un cierto grado de normalidad.

Hasta el momento se han llevado a cabo varias experiencias para tratar de ayudar a periodistas y líderes de opinión a ofrecer información correcta, humana y con fundamento científico sobre temas relacionados con la adicción. Estas experiencias generalmente ofrecen fuentes expertas e información verificada sobre noticias y controversias, así como conjuntos de herramientas diseñadas para ayudar a periodistas a evitar el lenguaje estigmatizante y los estereotipos obsoletos, y a desacreditar los mitos y las ideas erróneas sobre los servicios de reducción de daños y otros temas.

El desarrollo de estos acuerdos de asociación puede alentar a los medios de comunicación a proporcionar información de mejor calidad sobre el alcohol y las drogas y quienes los consumen, y a promover una mayor conciencia y comprensión sobre el día a día de quienes tienen trastornos por uso de sustancias.

Las aplicaciones Web 2.0 permiten a los usuarios hacer más que solo recuperar información; acentúan la interconectividad y la interactividad. Es por esto que las plataformas de redes sociales también tienen un gran potencial como herramientas para prevenir y tratar los problemas de abuso de sustancias, para abordar el estigma relacionado con la adicción y para llegar a las personas con problemas de adicción. Por ejemplo, se podrían usar para generar una prevención entre pares del uso de sustancias entre los jóvenes, basándose en la premisa de que estos responderían de forma positiva e interactuarían con los mensajes de prevención difundidos por sus pares en un lenguaje que entiendan. Finalmente, en los últimos años, los investigadores han desarrollado metodologías y algoritmos basados en redes sociales diseñados para promover la comprensión científica del uso de sustancias y mejorar el tratamiento y la prevención de los comportamientos relacionados con dicho uso. Hay muchas formas de aprovechar este potencial.

Los medios de comunicación son una parte importante de nuestras vidas; sin embargo, aún no sabemos cómo usarlos para el bien común. Por lo tanto, pedimos a las autoridades de las Naciones Unidas, sus Estados Miembros y otras partes interesadas en el tratamiento y la prevención de las adicciones que coordinen sus esfuerzos y reflexionen sobre la posibilidad de aprovechar las capacidades de las redes sociales y los medios de comunicación convencionales para el desarrollo de herramientas eficaces para la consecución de los objetivos de prevención y de promoción de la salud, así como para poner fin al estigma y a la discriminación hacia las personas con trastornos por uso de sustancias.