Agenda 2030: declaración de Dianova

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 incorporaron un enfoque holístico a fin de que los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y otros interesados hagan frente a los desafíos relacionados con el desarrollo de nuestras sociedades. Esa amplia agenda ofreció una perspectiva innovadora para trabajar en cada una de las cuestiones que en ella se expresan, destacando el valor y la necesidad de atender las infinitas necesidades de la humanidad, el medio ambiente y las instituciones desde un enfoque integrado e interdependiente.

Un niño de las barriadas

Si bien cada objetivo de la agenda debe ser considerado como un elemento fundamental para la consecución del resto de los objetivos, la erradicación de la pobreza, el primero de los ODS, constituye sin duda la condición necesaria para que las personas tengan acceso a toda la agenda. En la actualidad, el 12,8% de la población de los países emergentes o en desarrollo vive en condiciones de extrema pobreza, frente al 44%  de hace 30 años. El índice de pobreza extrema se ha reducido pues tres veces, considerando el crecimiento de la población mundial (de 4.500 a 7.000 millones). Sin embargo, por favorables que puedan parecer esas cifras, cerca de 900 millones de personas siguen encontrando dificultades a la hora de acceder a alimentos, servicios y derechos básicos.

Pese a la enorme presión demográfica, en los últimos treinta años se ha observado una disminución de la pobreza extrema y una mejora de las condiciones de vida en todo el mundo. Con todo, esos datos mundiales solo representan una tendencia general que enmascara la pobreza generalizada persistente. Asimismo, el umbral de US$1,90 que se utiliza para definir la pobreza extrema es muy bajo, e ignora la creciente riqueza de los países que perseveran en su intención de beneficiar únicamente a una pequeña minoría de la población.

Así pues, si bien ese umbral resulta decisivo para que las poblaciones puedan superar las condiciones extremadamente inhumanas en las que viven, para que los gobiernos y las partes interesadas puedan realmente lograr la aplicación plena de la Agenda 2030 y sus objetivos, deberían basar su labor en establecer normas más elevadas. Al fin y al cabo, en la mayoría de países –si no en todo el mundo–, vivir con US$2 al día probablemente signifique que no se tiene acceso a un trabajo decente (ODS 8), nutrición de calidad (ODS 2) y educación (ODS 4), y que aún se deberá hacer frente a desafíos adicionales para liberarse de los roles atribuidos a cada sexo (ODS 5) dentro de la familia y la comunidad. Al mismo tiempo, eso podría indicar que el país carece de instituciones ineficaces (ODS 16) y sufre altas tasas de desigualdad (ODS 10).

Por ejemplo, deliberar sobre el vínculo que existe entre la pobreza (ODS 1) y la desigualdad (ODS 10) podría ser una herramienta eficaz que permita realizar ese reconocimiento. Si bien es cierto que la desigualdad entre países ha disminuido significativamente, la desigualdad interna ha ido aumentando de manera notable. Al mismo tiempo, la desigualdad ha sido indiscutiblemente decisiva en la perpetuación de la pobreza.

Es indudable que la población de los países en desarrollo y de los países menos desarrollados lleva la carga más pesada en términos de pobreza y desigualdad. Sin embargo, se ha observado un incremento de los niveles de pobreza y desigualdad en los países desarrollados, que con frecuencia han pasado por alto esas cuestiones en sus propios territorios. Si bien no es posible aplicar los estándares de pobreza absoluta a algunos de esos contextos, la pobreza se ha convertido en una realidad para un número cada vez mayor de personas que está perdiendo acceso a los servicios de vivienda, empleo, educación y capacitación, salud, cultura y ocio, entre otras cosas.

sin techo, solo y asustado

En los países desarrollados, además, cientos de miles de personas carecen de una vivienda y deben hacer frente, día tras día, a los peligros de las calles. Los trabajadores extranjeros indocumentados son explotados en empleos inestables e inseguros, mientras se ven obligados a pagar alquileres excesivos en viviendas precarias. Millones de personas habitan en viviendas de baja calidad y no pueden alimentarse adecuadamente, lo que lleva a que vivan en una vulnerabilidad socioeconómica destructiva.

Por esto, es necesario erradicar la pobreza –así como incluir su perspectiva en las políticas dirigidas a la conquista de la agenda de desarrollo sostenible– en todos los países, cada uno a su manera. Es fundamental considerar el alcance que tienen la pobreza y la desigualdad en todo el mundo para algún día poder garantizar que todos los seres humanos, en todos los países, puedan disfrutar plenamente del derecho a la vida, la libertad y la seguridad personal.

Mientras tanto, las actuales condiciones de vida de las poblaciones más pobres del mundo exigen la intervención de todos. Asimismo, existe una necesidad apremiante de prestar ayuda al número cada vez mayor de personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad social vinculada a la creciente desigualdad en los países desarrollados. En ambos contextos, cualquier solución duradera a esos problemas debe promover la inclusión de los más marginados como requisito fundamental para lograr una paz sostenible (ODS 16).

Los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado deben aprender a trabajar en colaboración para potenciar sus capacidades con el objeto de apoyar el desarrollo económico, democrático y social de sus comunidades. Las alianzas son fundamentales (ODS 17).

Dianova International, socio en esta gran labor, es una red de organizaciones de la sociedad civil que operan en América, Europa, Asia y África. Las organizaciones afiliadas a Dianova contribuyen al desarrollo de las personas, las comunidades y las organizaciones a través de una variedad de programas e intervenciones en los sectores social, sanitario y humanitario, manteniendo asociaciones estratégicas con miras a contribuir a un desarrollo más justo y equitativo de las sociedades.